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Juan Manuel Valverde
24.03.2007 - Escrito por: José M. Jiménez Migueles
¿Qué es eso de encender el dial y no encontrarnos con la voz cálida y entrañable que hacía que cada mañana se dibujara una sonrisa en la intimidad de nuestros hogares? ¿Qué es eso de qué no te preocupes de la rabiosa actualidad de las hermandades y cofradías de nuestra Semana Santa? ¿Qué es eso de no verte en cada acto cofrade, en cualquier circunstancia semanasantera, micrófono en mano, para ofrecerle a tus oyentes todos y cada uno de los pormenores de esta Cuaresma que tanto nos gusta? ¿Y qué ha sido de ese Clásicos de Pasión, quizás el programa de la radio donde más pasión por parte de sus realizadores haya percibido nunca en una transmisión de estas características?
Ya no estás en la radio, pero has quedado en la retina auditiva de muchos de nosotros. Este año ha faltado un ingrediente fundamental en esta previa que a todos los capillitas, como a ti te gusta llamarnos, nos enloquece: tu programa de radio. Tu pasión desbordada por lo nuestro, por lo tuyo. Tu voz amiga y tu aliento hermano en aquella espectacular Sala Capitular en la que transformaste tu pequeño estudio de radio era fundamental para todos aquellos que íbamos a visitarte. Ir a hablar de cofradías a la radio y salir más fortalecido, más cofrade, con más ganas de trabajar que nunca por tu hermandad era algo que conseguías sólo por la honradez con la que describías a todas tus hermandades.
De todas formas te perdono. Siempre y cuando sigas sintiendo esa pasión por lo nuestro. Siempre y cuando podamos seguir degustando esa fría cerveza al compás de conversaciones de algo que tanto nos encanta como es nuestra Semana Santa, de nuestra querida Virgen de la Sierra, de las cosas de nuestro pueblo o de Tintoretto o los retablos barrocos gallegos que tanto nos gustan. Da igual. Siempre y cuando, en cada conversación, mantengas la misma ilusión, alegría y entusiasmo que has mantenido siempre detrás de los micrófonos de Radio Atalaya no te tendremos en cuenta que hayas dejado tantas mañanas huérfanas. Porque, y a pesar de todo, aún seguirás siendo una voz fundamental en nuestro pueblo.
Y esto queda escrito a un día del pregón de la Semana Santa, último balcón al que te asomaste para cantar las excelencias de lo nuestro. ¡Qué arte, Juan Manuel!
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