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La tierna historia de Barry Wilson
22.03.09 EPOPEYA - Escrito por: Eduardo Luna
Barry Wilson es de los que practican la poligamia muy a menudo, incluso yo diría que de noche en noche, suele cerrar la oficina con más premura de la adecuada. He comenzado este capítulo así, porque de vez en cuando es bueno dibujar la sociedad que duerme cada noche encendida como cualquier aparato de radio al lado de tu almohada. Barry, fue noticia hace unos días porque formaba parte de la lista de electos a las elecciones de la ciudad y estaba muy integrado en el partido más conservador en 500 kilómetros a la redonda, imaginaros, creía que el preservativo servía sólo para proteger su aparto viril.
Es evidente que todo esto no tenía sentido sabiendo lo que todo el mundo sabía y era, el gran poder de seducción que generaba a su alrededor, este hombre de un metro sesenta, casi calvo y con una sonrisa que era el bostezo de un sepulturero. Nadie lo entendía pero cada noche antes de ir a cenar, dejaba satisfechas o insatisfechas a algunas mujeres de las que presumía en privado, tener una relación casi imposible de descubrir. En los actos populares de la última campaña electoral, se le escuchaban frases como.-“Hay que legislar y castigar el adulterio o denunciar a los que compren más de una caja de preservativos, o mejor, a todos los que compren preservativos”. Un auténtico disparate, sabiendo lo que en los garitos más sucios de la ciudad era Barry Wilson, un feroz devorador de lujuría, sexo que rozaba la agresión y consumidor compulsivo de cine X. Cuando salía a cenar con su mujer y los dos hijos de esta, lo hacía al jardín de la parte de atrás de su casa en la calle Oscar Wilde. Barry nunca paseaba con su familia, por lo menos con la oficial, no tenía enemigos pero todos menos su esposa Mary, conocíamos el doble rasero de este gusano de barbería que buscaba en la política, lo que muchos, un sueldo y poder mal empleado. Los rumores crecieron hasta tal punto que una noche, una de las conquistadas por Barry apareció en su casa para hablar con su esposa de diario.
-Soy la mujer de Barry. –Encantada de saludarla, soy la mujer de Barry. Esas fueron las primeras palabras entre ambas. Una con dos hijos, otra embarazada de siete meses y las dos plenamente engañadas por este asesor sexual nocturno. Como era lógico y más que comprensible, llamaron a las televisiones locales y a todos los medios, veinte minutos antes de que llegara de algún trabajo Barry. Las dos denunciaron a este bufón, embaucador y falso profeta contrario a cualquier método anticonceptivo que mantenía varias vida paralelas sin que nadie lo intuyera. Fue curiosa esta historia por la relevancia política que tuvo en aquel momento. Barry, a los pocos meses, salió de la ciudad rumbo a Brasil, decía que tenía que cambiar de aires y de perfume. Fue expulsado del partido ultra conservador por ese engaño que se perpetraba cada noche en cualquier cama y ante cualquier mujer que soñaba con un amor para siempre.
A un palmo de ti duerme alguien que no sabes si antes ha dormido con otro alguien y que a su vez promulga lo que jamás cumplió, ni dictó. Me gusta llamar a este asunto, la tierna de historia de Barry Wilson. Y por cierto, con quién duermes esta noche?.
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