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DIARIO DE CUARESMA: Ceniza del Miércoles Costalero
25.02.2009 - Escrito por: José M. Jiménez Migueles
Sorprendería a muchos ver el cariño con el que muchos de nosotros hoy vamos a desempolvar del armario aquella faja de costalero que nos ayudara a probar el sabor de la gloria aquel ya lejano Domingo de Ramos. Muchos se extrañarían si supieran la desorbitada pasión con la que apuramos las horas del reloj de nuestra vida, aquel al que nos gustaría acelerar y ralentizar según las circunstancias, esperando que llegue el ansiado momento de calzar de nuevo esa raída almohadilla roja, en la que nos apoyamos en la Noche de Ramos como escalón al cielo. Y nos tomarían por locos a aquellos que hoy nos marcamos más de un “triple” para ir al trabajo, o que no nos importa hacer esta mañana “la levantá” de la cama, o que reviramos esa esquinita que está antes de llegar a nuestra casa.
Y es que hoy es Miércoles de Ceniza, y a la par que se recibe la ceniza como bendición cuaresmal, el costalero de la Hermandad de la Oración en el Huerto vuelve a bautizarse en esa fantasía de sueños y marchas en la que se ha convertido el patio del Molino Viejo. Hoy, a las 21'30 horas, mis hermanos costaleros volverán a calzarse la faja, a colocarse la almohadilla y a revestirse de ilusión para, los lunes, miércoles y viernes, formar una realidad que, si como cuadrilla de costaleros no tiene precio, como grupo personal no tiene parangón.
Desde hoy, cobran sentido los peroles, las convivencias, los desvelos ante el hermano al que el destino pone en dificultades, las mil y una charlas durante 365 noches, las oraciones conjuntas e individuales, los vídeos de la procesión, las millones de fotografías, los correos electrónicos, las cenas y las intendencias. Hoy, cuando cada uno de nosotros recorra ese camino que lo conduzca al bastión general costalero de la cuadrilla de Nuestro Padre Jesús de las Penas, sentirá como al poco de escuchar el primer golpe de llamador, el vellito empieza a ponerse de punta y el alma a sentirse completamente realizada.
Porque una cosa lleva a la otra. Porque ser costalero, ser hermano costalero, lleva implícito una serie de valores personales y grupales que la cuadrilla de la Oración en el Huerto sabe cumplir a la perfección durante cada uno de los días que dura el año. Porque hoy día, en el que la convivencia se ha puesto tan difícil y el compañerismo tan caro de obtener, poder pertenecer a un grupo de hermanos como éste es uno de los privilegios más grandes del ser cofrade, algo tan pretendidamente devaluado para algunos como perfectamente llevado a cabo por otros.
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