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De Tontos de Capirote a Tontos de Remate
11.03.09 - Escrito por: José M. Jiménez Migueles
Al final se salieron con la suya: los cuartelillos tienen un horario establecido y unas prohibiciones expresas. Unas delimitaciones que coartan la convivencia sana y de hermandad en beneficio de unos euros de más para la hostelería local. Unas restricciones que hacen del cuartelillo, antaño casa de hermandad efímera en el que, por el plazo de cuarenta días, cualquiera de las cofradías de Cabra podía ver el sueño cumplido de dar un hogar al grueso de sus hermanos, se ha convertido en un espacio acotado, donde el cierre no lo aventura el final de una tertulia, sino la mirada acusica de quien llama a la policía para que se ponga fin a tan desproporcionada desmesura.
¿La culpa? De los cofrades. Única y exclusivamente. No busquen más. El sector cofradiero de este pueblo ha pasado, en pocos días, de ser tonto de capirote a tonto de remate. Porque no se puede consentir que te muerda el perro al que das de comer. Paseen por Puente Genil, cuna del Cuartel, y verán como en la mayoría de los bares y restaurantes, en cualquier rincón, aparece Doña Cuaresma, anticipo simbólico de la llegada de su gran fiesta. O el caso más ejemplarizante: lean el Diario Córdoba de hoy, miércoles 11 de marzo, y verán cómo hosteleros y cofradías han llegado a un acuerdo sensacional para promocionar la comida propia de este tiempo cuaresmal.
Sí. Todos se colaboran. Menos en este pueblo. Y es que ya cansa ver la patética división entre cofradías que existe en Cabra, a pesar de que se quiera pregonar lo contrario, que el que aquí escribe ha escuchado a cofrades de pro decir que la culpa la tienen determinadas hermandades, por abrir hasta tan tarde. Que aquí nos da igual. Y así nos va. Tenemos los que nos merecemos. Sin más. Y ya vendrá el anónimo cobarde a criticar el que esto escribe con nombre y apellidos.
Pero ya no hay marcha atrás. Hemos visto cómo determinados hosteleros, con la mediación del Ayuntamiento y con la pasividad del grueso mayoritario de las cofradías de Cabra nos han metido en un pulso en el que hemos salido perdiendo únicamente por el hecho de no querer empujar todos en la misma dirección.
Pero somos hijos de Cabra. Y ese es el gran problema de nuestro pueblo: jamás remamos en la misma dirección.
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