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Hoy me sirve de excusa Machado...
25.02.09 - Escrito por: Antonio Ramón Jiménez Montes
Estos días azules y este sol de la infancia. Fue el último verso de un poeta sevillano que no pudo sobrevivir al injusto exilio. Lo encontraron escrito en un trozo de papel arrugado en el bosillo de un viejo gabán. Un poeta sevillano que moría en febrero de 1939 en una pensión de un pueblo del Mediterráneo francés. Don Antonio Machado murío en un día como hoy: miércoles de ceniza, aunque en otra fecha del calendario, un 22; del mismo mes de febrero y de un año del que ahora se han cumplido setenta.
Estos días azules y este sol de la infancia... , un verso magistral para expresar de manera perfecta la cercanía de lo eterno. Pues en su manera de ser espiritual. Machado afirmaba su fe en el Jesús que "anduvo en el mar". Y a decir de algunos de sus críticos o estudiosos, si hubiera que aplicar alguna etiqueta a Machado, "ésta podía ser la de "cristiano" en el sentido de la igualdad fraternal de todos los hombres, en su traducción de terminología vagamente religiosa, de valores evangélicos, de común unión entre cuantos se asegura que somos hijos de un mismo Padre que está en los cielos".
No haré hoy más alusión a ese pretendido cristianismo de un humanista revestido de espiritualidad que se trasluce en sus poemas, aunque decididamente autodenominado hereje. Entre otras cosas porque no es ese el motivo que hoy me hace recordar a Machado y ponerlo como excusa en este este Miércoles de Ceniza que nos adentra en un nuevo tiempo litúrgico y social.
Sí me refiero a una de sus mas famosas y difundidas estrofas que todos conocemos: "La Saeta". Un poema donde muchos han pretendido catalogar a Machado como propagandista de la Semana Santa andaluza, cuando en realidad, lo que se deja ver es que es reacio al culto al Cristo Crucificado.
Y es que, como critica Machado, muchas veces nos quedamos en eso, en el culto al Crucificado sin ir más allá, sin buscar ese Jesús que anduvo en el mar del que como decía Pablo de Tarso, no tendría sentido su muerte si no es un puente hacia la vida obtenida en la Resurrección, que es la que da sentido a nuestra fe.
Hoy los rayos del sol y el azul del cielo nos recuerdan la tristeza de un hombre que muere solo, fuera de su tierra y de su hogar, despojado de sus raíces patrias y acusado por ejercer la libertad. Pero tras ese último verso, muchos de nosotros nos adentramos en ese sol de la infancia que se materializará el Domingo de Ramos cuando salga la Pollinita y anhelaramos los días azules de la mejor primavera para llegar a la Semana Santa.
Mientras tanto, en estos cuarenta días que nos esperan, llenos de actos y cultos, tendremos que hacer un esfuerzo para no dejarnos llevar por lo que decimos sin que se transforme nuestro corazón. Disfrutaremos, no lo dudo, de estos días, de sus aromas, de sus costumbres, de sus vivencias. Y al final, llegará el gran día de la Pascua que da el sol y el azul eternos a la fe que subyace en nuestras devociones. Y nuestra religiosidad cumplirá así con el fin último de su razón de ser.
Machado no quería cantar, ni podía, a ese Jesús del Madero. No era ese su cantar.
Para Machado, el Cristo sangrante siempre está por desenclavar y el pueblo andaluz no cesa de pedir escaleras, por primavera, para subir a la Cruz. Para Machado la fe de sus mayores sigue echando flores a Jesús que agoniza en el madero. Habría tanto paralelismo que buscar en estas expresiones machadianas e incluso podríamos encontrar muchos significados a tan bellos versos, que mejor nos dejamos llevar por su recuerdo en unas fechas que conmemoran su muerte.
Porque como decía Sánchez Barbudo, "Machado «detesta» esa religiosidad andaluza, pero «no lo hace partiendo de una actitud irreligiosa, sino desde otra actitud religiosa, mirando hacia otro Jesús», afirmando su fe en el Jesús «que anduvo en el mar». El poeta se distancia nítidamente de la idolatría folklórica y del culto a la muerte, para afirmar su particular fe en la vida; esta posición entronca tanto con su humanismo vital como con su fideísmo evangélico (los dos polos entre los que bascula su espiritualidad)."
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