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TARSILA do AMARAL o la ingenuidad estética
16.02.09 - Escrito por: José Peña González
La Fundación Juan March nos ofrece hasta el 26 de mayo la posibilidad de disfrutar en su sede una antología de una artista puente entre las vanguardias europeas y la profunda cultura rural de su país de origen: Brasil. Un inmenso territorio con evidentes raíces hispano portuguesas, lamentablemente no muy bien conocido por los europeos y del que los españoles tenemos uno de los mejores testimonios escritos de la historia de la literatura. Me refiero a las cartas enviadas por el entonces joven secretario de nuestra Embajada ante el Emperador Pedro I , a su amigo Serafín Estébanez Calderón. Me refiero obviamente a D. Juan Valera. Su correspondencia, en la actualidad editada por un equipo dirigido por el profesor Leonardo Romero Tobar y publicada por Castalia, es la descripción perfecta de un país y una ciudad – Río de Janeiro- que se corresponden perfectamente con la idea que transmiten los dibujos de Tarsila.
Tarsila experimenta la vis atractiva del Paris de principio de siglo. La capital el Sena como destino de los sudamericanos ricos y cultos de su tiempo. Burguesía argentina y brasileña mayoritariamente. La capital de Francia es mas que nunca la ciudad luz que se ofrece como ámbito de convivencia y punto de encuentro de artistas de todas las latitudes. Ha superado el positivismo y se enfrenta al vitalismo . De la idea del progreso como “tranvía de la libertad” en el sentido de Turgot con clara influencia kantiana, pasa sin solución de continuidad a la admiración por la literatura rusa de Tolstoy y Dostowiesky, amen de asumir las aberraciones científicas del Conde de Gobineau. Vive a fondo el cubismo en las vísperas de la Gran Guerra. Y en estas vísperas va a surgir un movimiento estético que tiene precisamente la guerra como motivo principal.
Y es este Paris el que deslumbra a Tarsila que se deja seducir por el cubismo, lo asimila y reúne los materiales necesarios para pasarlos por el filtro de su cultura autóctona dando como resultado una especie de arte de contrastes perfectamente observables en la antológica de la March. Pintura y literatura, cuadros y manifiestos poéticos, cartas que revelan una intensa vida sentimental con fotografías de personas y lugares que significaron mucho en su vida. Colores rojos y azules que a veces recuerdan la inocencia del niño que hubiera cogido unos pinceles para recordar la policromía de su tierra. Es la fuerza telúrica de la que habla Vasconcelos la que hace posible una especie de pintura onírica presente en este centenar de piezas que hacen de Tarsila la artista “fundante” de un movimiento vanguardista al otro lado del atlántico. De su relación con Oswaldo de Andrade surge una artista en la que poesía y pintura se retroalimentan como señala Jorge Schwart. Cosmopolitismo y modernidad creadora que no logran superar la fuerza creadora y la llamada de la tierra. Pincel que extrema delicadeza en su autorretrato y realismo ingenuo en las escenas domesticas de las favelas. Fuerza expresiva en “A Negra” y “Antropofagia”. Estamos ante una exposición que como poco nos lleva a una artista sorprendente. Una mujer poco conocida y que sin embargo vivió parte de su primera juventud interna junto a su hermana en un colegio barcelonés, visitando después España en varias ocasiones. No estaría de mas adentrarnos en su obra para conocerla un poco mejor.
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