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«Día de Nuestra Señora de Septiembre»
07.09.22 - Escrito por: Antonio R. Jiménez-Montes
Que el 8 de septiembre es un día grande en Cabra no ofrece atisbo de duda. Se celebra la fiesta de la Virgen de la Sierra, patrona y alcaldesa de la ciudad poniendo punto final a las fiestas en su honor.
Pero ¿desde cuándo se celebra este señalado día de nuestro calendario festivo?.
Desde el siglo V en la iglesia oriental y desde el VII en la occidental, la fiesta de la Natividad de la Virgen es una de las celebraciones marianas del calendario litúrgico. Precisamente la implantación de las fiestas de la Virgen en la Península Ibérica tiene mucho que ver con la tradición visigoda, donde tenía un destacado lugar la celebración y desarrollo que luego mantendría la tradición mozárabe, prueba de una especial devoción a María en la cultura y tradición visigoda.
No es de extrañar, pues, que en Cabra el obispo Bacauda dedicara un ara a Santa María en torno al año 660, cuatro después de haber participado en el X Concilio de Toledo donde se habían unificado las fiestas marianas en torno al 18 de diciembre.
Y tenemos así la primera manifestación epigráfica de la devoción a Santa María no solo en Cabra, sino también en buena parte del territorio hispánico.
También en el siglo VII, a partir del Concilio de Letrán en el año 649, en Roma se adoptaron cuatro fiestas litúrgicas propiamente marianas: la Purificación (2 febrero), la Anunciación (25 marzo), la Asunción (15 agosto), y la Natividad (8 septiembre), en las que las procesiones fueron uno de los elementos centrales de cada una de ellas como recoge el Liber Pontificalis.
En ese contexto celebrativo destaca una de las homilías de san Juan Damasceno de un 8 de septiembre en la basílica creada en el lugar donde había nacido María. En ella el aristotélico doctor de la Iglesia, conocido como el Santo Tomás de Oriente, proclamaba:
«¡Ea, pueblos todos, hombres de cualquier raza y lugar, de cualquier época y condición!, celebremos con alegría la fiesta natalicia del gozo de todo el Universo. Tenemos razones muy válidas para honrar el nacimiento de la Madre de Dios»
Tras la presencia del nombre de María en el Ara de Bacauda, y salvo la dedicación de la iglesia parroquial a la Asunción, el dato más antiguo que se encuentra nombrando a Santa María queda recogido en el Libro de la Montería de Alfonso XI donde se menciona el «robredo» y «arroyo de Santa María», fechado en el siglo XIV en torno a 1340-1350.
Sin embargo la denominación de Santa María de la Sierra no aparece hasta 1396 y queda recogida en el documento de venta de la Nava «que llaman de Santa María de la Sierra» por parte de sus dueños al concejo egabrense. Será ya en el siglo XVI cuando se generaliza el uso de esta denominación que puede verse en algunas de las actas capitulares así como en la visita realizada en 1560 a Cabra por parte del visitador del obispado, Andrés de Argumanes. En este documento se habla del santuario de la Virgen de la Sierra «donde ahora nuevamente se ha juntado su cofradía».
Y será ese documento el primero en que se hable de la fiesta al señalar que «los cuales cofrades en cada un año en la dicha ermita, celebran la fiesta de la Natividad de Nuestra Señora Santa María en el mes de septiembre». Un templo en el que el papel de Conde de Cabra y Duque de Sessa es determinante - junto al Concejo de su villa - y que a finales del siglo XVI se encuentra en obras.
Es también un documento de finales del siglo XVI, las Ordenanzas de la Villa de Cabra, finalizadas el 23 de mayo de 1593 a petición de la Condesa de Cabra, Francisca Fernández de Córdoba y de la Cerda y que firma la también duquesa de Baena y Sessa, otro de los que ofrecen una referencia a la fiesta del 8 de septiembre. El documento, al hablar de los olivares, especifica: «que cualquier manada de ganado menor que entre en los olivares, desde el día de Nuestra Señora de Septiembre, hasta que los molinos de aceite se cierren...» que viene a corroborar la importancia de la fiesta de la Virgen en Cabra y lo común de incorporarla como fecha de un plazo, en este caso para una de las situaciones que regulaban quizá las primeras ordenanzas - como conjunto normativo - que ha tenido Cabra.
Luego Vega Murillo en su Historia de Cabra, de 1668, ya reseña como se desarrolla la fiesta en el Santuario: «Este día acuden de todas partes gran número de gentes (...). El día de la fiesta lo es de feria franca y por eso cercan la santa ermita muchas tiendas de mercería, listonería y platería». Vega Murillo relata que la fiesta se celebra con «gravedad y ostentación», celebrándose misas cantadas y «una solemnísima procesión en que se lleva la sagrada imagen con numeroso concurso de hermanos vestidos de blanco». También tras la fiesta, en el santuario, «los ocho días de la octava y muchos después, es asistida la Sierra y casa de grandes concursos de gentes de todos los estados».
A partir de esas primeras referencias, de tanta relevancia histórica, la fiesta del 8 de septiembre se generaliza en torno a las denominadas "vírgenes aparecidas", como es el caso de la Virgen de la Sierra que la historia mariana hispánica sitúa en el denominado ciclo de los pastores incluyéndola como una de las imágenes que aparecieron entre los siglos XIII y XV, especialmente tras la vuelta a la cristianización de los que fueron territorios andalusíes. Estas imágenes, cuyas pautas y circunstancias en torno a su descubrimiento son muy similares, son también las que celebran su fiesta principal, como es el caso de Nuestra Señora, María Santísima de la Sierra, en la fiesta de la Natividad de la Virgen el 8 de septiembre.
A lo largo de los siglos, desde la centuria del ochocientos a nuestros días, han sido muchas las visicitudes en torno a la devoción y celebración de la Virgen de la Sierra en Cabra, como han recogido interesantes estudios, publicaciones y artículos. En todos ellos y en los anales de la ciudad y de la archicofradía, queda recogido y se pone de manifiesto que el 8 de septiembre es uno de los días festivos de más raigambre en Cabra cuya celebración sigue viva y tiene lugar en torno a venerada imagen de la Virgen de la Sierra.
Por todo ello al celebrar este «Día de Nuestra Señora de Septiembre», conviene recordar que se trata de una de las fiestas más antiguas del calendario litúrgico y desde luego, una de las más tradicionales y constantes que tienen lugar en Cabra. Su celebración, primero en el santuario y ya desde el siglo XX en la ciudad de la que es patrona, se mantiene con esquemas parecidos, lo que avala su presencia, desde hace un buen puñado de años. Ya más recientemente desde que a mediados del siglo XX tienen presencia en Cabra, también el 8 de septiembre las Franciscanas (Darderas), «de Palacio» celebran la fiesta de la Natividad que da nombre a su instituto religioso y se unen a este día de la Sierra.
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