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La Hermandad del Lavatorio
02.02.09 - Escrito por: José M. Jimenez Migueles
Un año más, y van catorce, la Hermandad del Lavatorio ha organizado, con exquisita brillantez, el más tradicional de los tradicionales conciertos que anteceden a la mayor de nuestras fiestas. Pero hay que dejar claro un aspecto: no es un concierto más. Es el concierto del Lavatorio, la hermandad que en Cabra ha apostado con mayor fuerza y convicción por mantener un planteamiento que, más que fortalecer a la cofradía de forma económica, fortalece a una gran generación de muchachos y muchachas que, bajo el auspicio de hermandades como ésta, han conseguido mantener de forma estable la ilusión necesaria para embarcarlos en un proyecto, el de la música procesional, que ayuda a una gran cantidad de miles de jóvenes andaluces a mantener una disciplina, a aprender ciertas connotaciones musicales y a integrarse como individuos en la necesaria formación grupal y al trabajo en equipo que tan bien les hará en un futuro profesional. Olé ahí, por tanto, a todas las hermandades que mantienen a estas formaciones musicales, mucho más útiles que los cada vez más prolíficos talleres dependientes de algunas Concejalías de Juventud, botellódromos incluidos, por supuesto.
Y en Cabra ese papel lo gestiona como nadie la Hermandad del Lavatorio. Sin lugar a dudas, una de las grandes hermandades de la Semana Santa de Cabra, corresponsable de que la Noche de Ramos sea el mejor pórtico posible para una Semana Santa que suele revivir, cada día, las increíbles sensaciones que esa mágica noche despertó en el mundo cofrade egabrense. Una Hermandad, la del Lavatorio, con un sello propio e inconfundible, y que va mucho más allá del mero hecho de acompasar el paso a las espectaculares marchas procesionales con las que suele ir acompañado. Su sello inconfundible es la juventud. El trabajo encomiable de un grupo de personas que, amparadas en el deseo de fortalecer su confianza en Cristo a la vez que sellan su amistad en base al trabajo generoso y solidario que conlleva el trabajar en hermandad, han creado un grupo humano donde la amistad, la confianza, el apoyo mutuo y hasta el amor, que nuestras hermandades unen muchos destinos, son las herramientas más eficaces para darle sentido a una forma de vida que muchos, allá ellos, ni entienden ni quieren entender.
Justo es, por tanto, reconocer la labor entusiasta de su Hermano Mayor y de su joven Junta de Gobierno, así como la de quienes estuvieron antes en sus cargos. Y que sigan como están: apoyándose ente ellos y ayudándose sin contemplaciones. Porque todos sabemos lo desagradecido que suele ser el mundo cofrade con las hermandades que funcionan de verdad, a las que se les niega por sistema reconocimientos que merecen por su buen hacer durante los 365 días del año. Porque se hace duro ver cómo no paras de crecer, cómo tu patrimonio no cesa de aumentar, cómo es el trabajo el responsable de todas las nuevas buenas de la Hermandad y, año tras año, ver cómo tu Hermandad jamás representa al grueso de la Semana Santa de Cabra en cartel oficial.
De todas formas, no hace falta. Pronto estaremos en la Noche de Ramos, y los sueños se harán realidad. Antes, una semana antes, esta cofradía ocupará un lugar preferente en la antología de pregones que conforman nuestra Semana Santa, pues uno de sus principales estandartes, Pedro Aserrador, hará del Jardinito el escenario ideal para soñar con un Pilatos en el momento justo. Porque sus palabras provocarán en muchos de sus hermanos sentimientos que jamás podrán verse igualados por ninguna distinción.
Y ese es el sello de las hermandades grandes: la categoría humana de sus hermanos. La categoría como grupo. La categoría como hermandad. Una categoría que sólo el pueblo soberano, alejado de la pompa institucional, sabe reconocer, y que, de hecho, reconoce, en la noche de cada Domingo de Ramos.
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