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Un poema de Pedro Iglesias en La Opinión de hace un siglo
01.11.21 - Escrito por: Redacción / Antonio Ramón Jiménez Montes
En el número 501 del 30 de octubre de 1921, Pedro Iglesias Caballero publicaba el poema Bulerías, que a su vez lo había sido en «Los Lunes de El Imparcial», un suplemento literario del periódico español El Imparcial, publicados como sección semanal de este entre 1874 y 1933.
El poema fue recogido en una antología que publicó el Ayuntamiento de Cabra en el año 1993 y hoy lo traemos al cumplirse un siglo de su publicación. Pedro Iglesias Caballero colaboró con La Opinión y firmó también con el seudónimo Picón, Buena parte de su producción literaria quedó recogida en las páginas de ABC, Blanco y Negro o, como es el caso que nos ocupa, en Los lunes de El Imparcial. La primera antología de parte de su obra fue publicada en 1947 en la imprenta de Manuel Megías, gracias a la recopilación que preparó Luis Cabello Vannereau, «publicando, por primera vez, en un tomo, sus poesías, desperdigadas en las hojas volanderas de los periódicos españoles» como indicaba el editor en el prólogo de POESÍA.
BULERÍAS (1921)
Pasa, rasgando el aire, la bulería...
Vibra el ritmo caliente de los bordones,
y hay en todo una negra gitanería
de no sé qué divinas supersticiones...
En el fino plisado de tu gorguera
traza el cuello de bronce su curvatura,
mientras el paso antiguo de la bolera
se quiebra en el anillo de tu cintura.
Un brillo de puñales fulge y recama
el torso ensortijado de movimientos,
y es tu cuerpo, danzando, como una llama
que quema corazones y pensamientos...
Vibra el ritmo caliente de los bordones;
¡y matas con tu negra gitanería
de no sé qué divinas supersticiones!...
Pasa, rasgando el aire, la bulería...
A las rejas de oro, de mi serrallo,
cruzando entre los filos de los puñales,
te llevaré en la grupa de mi caballo
bajo los bellos cielos meridionales....
Quiero verte en la noche soltarte el pelo
y dibujar un tango de maravilla
sobre regios mantones de terciopelo
regados de claveles y manzanilla.
En la sombra enarcado tu cuerpo moro
con la gracia flexible de las espadas,
mientras arden las finas chispas de oro
de tus verdes pupilar atormentadas....
Y cuando el sol naciente borre tus huellas
y apague los rubíes de tus anillos,
te ceñiré bruñidos aros de estrellas
en las perlas morenas de los tobillos...
¡Y una noche por tierras de Andalucía,
el alma desgarrada de sentimiento,
me matará la negra gitanería
de tus anchas ojeras de pensamiento!...
Y pasará, llorando, la bulería....
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