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Sonetos adolescentes
02.10.21 - Escrito por: Antonio Serrano Ballesteros
46
Madrugará la luz por ver la rosa,
el relente será menos airado,
el viejo surtidor, acompasado
y el alma del jardín, esplendorosa.
Madrugará la voz por ver la rosa
y palabra será de desenfado
por rozar su perfume delicado
al filo de una hora portentosa.
Madrugará también mi sed amante,
aspirará la rosa sin mesura,
tomando de su aspecto refrescante
el néctar delicioso, la hermosura
cargada de color, y en ese instante
el rico manantial de su dulzura.
47
Absorto voy detrás de la belleza,
belleza sideral del cielo abierto,
del lírico palmar en el desierto,
de la ondina cabal de la entereza.
No encontraré jamás tanta riqueza
en la faz sensorial del fértil huerto,
ni en el fondo abismal del mar incierto,
ni en el puerto final de la certeza,
como en el pertinaz temblor canoro
de la brisa ideal, cuando abre a coro
la fecunda verdad del sentimiento.
Laboriosa y sagaz, mi busca avanza
por la vía estelar de la esperanza,
al amparo triunfal del mismo intento.
48
Hora es de que el albor rompa la pura
lontananza del cielo encelajado,
que arrastre por las cimas su haz dorado
al diáfano vaivén de su tonsura.
Veremos llegar, tras la noche oscura,
el prístino trasluz encenizado
del destello oriental que anaranjado
se eleva sobre fondos sin mesura.
Total renuevo de esta hora asombrosa:
la gradación de un iris sin retorno
deshoja sus matices por ofrenda,
por dádiva de dote esplendorosa,
donde sobra la tacha del adorno
y la torpe avidez de la prebenda.
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