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El bus ateo
15.01.09 - Escrito por: Antonio Ramón Jiménez Montes
Como estamos acostumbrados a las campañas publicitarias, de todo tipo, generalmente no solemos prestar atención a algunas de ellas. En este sentido creo que, a veces, la mayoría de carteles, anuncios y otros medios de publicidad, abundan tanto que pasan inadvertidos por la mayoría. Otros en cambio, sí que llaman la atención y suelen ser mucho más llamativos, llegando incluso a ser mucho más que lo previsto inicialmente por sus promotores. Es el caso de la campaña que desde Inglaterra ha llegado a tierras hispanas comenzando por Cataluña. En dos buses urbanos, con un presupuesto reducido, la campaña de un grupo de ateos, ha conseguido un éxito y una difusión que no se esperaban ni ellos mismos.
“Probablemente Dios no existe. Deja de preocuparte y disfruta la vida” es el lema de los anuncios, curiosamente editados en el bilingüismo que parece no contar con éxito en otros aspectos de la vida catalana.
De entrada, sin tener que justificar que lógicamente es una campaña que se inserta en los postulados de la libertad de expresión y por tanto respetable, me llama la atención que un grupo de ateos se pongan a proclamar este anuncio como para ganar adeptos. Hay quién dice que se han convertido en nuevos predicadores de una antigua no religión. Pero mi extrañeza es que lo planteen en términos de probabilidad. Lo digo porque, según tengo entendido, los ateos afirman o tienen plena conciencia de que Dios no existe, sin más. Y que ahora sea “probablemente”, quizá más propio del agnosticismo, ya supone, cuando menos, un atisbo de duda razonable o ambigüedad.
Lo que no sólo no me gusta nada e incluso me parece poco apropiado es la segunda frase de la campaña. Para los creyentes está claro que Dios existe, lo mismo que para muchos no creyentes es una certeza la existencia de la idea o concepto de dios. Para los que somos creyentes, la fe no necesita de explicaciones racionales y siempre es bueno esa necesaria relación fe-razón que muchos no creyentes no aciertan a comprender.
La creencia es un sentimiento que remite a una certeza probablemente indemostrable, pero a todas luces real. Y desde mi experiencia personal y compartida, suele explicarse con los mismos argumentos que, por ejemplo, tiene el amor Porque en realidad, creer es como enarmorarse y difícilmente podría afirmarse que el amor, aunque no pueda verse o tocarse e incluso cuando no es correspondido, no existe o es sólo una creación de la razón humana.
El “no te preocupes, disfruta la vida”, me parece de poco rigor y quizá pueda herir alguna sensibilidad, pues puedo asegurarles que los creyentes disfrutamos. Y con el añadido de la fe, que suele ser poco valorado y permite no pocas satisfacciones. Asumiendo y defendiendo que cada cual puede afirmar, proponer o defender lo que considere oportuno, tal vez se olvide, en este caso, que el límite está en el respeto a los demás, incluidas las creencias o el sistema de valores. Y yo creo en mis cortas luces, que este final del lema podría ser una falta de respeto a judíos, musulmanes y cristianos que SÍ creemos en Dios, lo afirmamos y no por eso dejamos, en todas y cada una de las situaciones vitales, ya sean adversas ya favorables, de disfrutar de la vida que es el don primero que Dios nos da.
Hoy por hoy, la idea de Dios es innegable desde cualquier punto de vista igual que lo que ha supuesto a las civilizaciones, con sus luces y sus sombras. Y lo único que estoy dispuesto a asumir, además de un debate riguroso que se base en el respeto, es que el mundo, por su egoismo, ha prescindido de Dios. Porque Dios es amor y el amor de Dios se traduce en la caridad, en el amor y la entrega a los demás.
Me gustaría pensar que el fundamento de la campaña que los propagandistas ateos han lanzado, contrasta con la realidad de nuestra sociedad donde los ateos no están ni mal vistos ni perseguidos y si su problema es no estar limitados por la pertenencia a una determinada confesión, tienen la garantía del estado de derecho para vivirlo y manifestarlo.
Probablemente cuando dentro de unos meses, Dios salga a las calles, en medio de las manifestaciones de fe de nuestro pueblo, podamos comprender no sólo que existe, sino que no necesita más propaganda que nuestro testimonio.
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