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Sonetos adolescentes
27.06.21 - Escrito por: Antonio Serrano Ballesteros
37
Un sendero de lunas, resguardado
de cualquier inclemencia que te hostigue,
llevo para abrigarte y que me abrigue,
tengo para ofrecerte preparado.
La noche me exaspera, el viento helado
sin tregua ni retraso me persigue,
me acosa con repelos y me sigue
mientras camino triste y desolado.
Ven, que la buena suerte dé a mi vida
crepúsculos de auroras boreales
con místicos recatos de jazmines.
Ven, quiero que por gracia en tu venida
me muestres tu favor y me regales
albores de tus íntimos confines.
38
En la estela del canto mañanero
bajo liras de luz de borde albino,
se propaga al compás de cada trino
el vacío asombroso del sendero.
Cada rayo de luz deja altanero
parte de su fulgor sobre el camino
y eleva por el aire el polvo endrino
de la atroz soledad del mundo entero.
¡Qué tristeza la ausencia incomprendida!
¡Qué desdicha el recuerdo abandonado
bajo el tibio verdor de la floresta!
Sólo el son de la brisa entumecida
por acopio de olvido acumulado
pregona con tesón que ayer fue fiesta.
39
Con la tarde irisada se soporta
un rumor de añoranzas desmedido,
mientras clama sin voz el mundo herido
por el mismo rigor que le conforta.
El aire se detiene. No le importa
la luz de largo peplo desteñido,
ni la sombra del cielo, que perdido
enmudece, dejando el alma absorta.
Más allá del poniente pardo plata
se vislumbra un destello neblinoso
cercenar la esperanza que se abisma,
como fénix fugaz, en la fogata
de las ramas del cosmos misterioso,
donde muere y se engendra por sí misma.
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