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Número reciente de Otros Silfos y Dríades
15.06.21 - Escrito por: Antonio Serrano Ballesteros
Extraño cambio de clima
el que la pandemia aporta,
afecta a la mente corta
que en chorradas se sublima
para elevar su autoestima.
Por tal, la instrucción no olvida
que nuestra LENGUA es medida:
No admite "yerna" ni "hije",
ni palabros, ni se rige
por ignorancia atrevida.
Nos ha tocado vivir en un tiempo extraño en el que nada hay estable, el mundo que conocemos nos ha puesto a bailar con una música de miedos e inquietudes. Somos esclavos de nuestras necesidades y aspiraciones, pero, aún así, por todo hay que pagar un estipendio sin excusa posible. Se nos cobran
impuestos a mansalva: por los servicios, por comerciar, por heredar, por las comodidades, por los despistes... y dentro de una medida justa es beneficioso para los seres humanos que viven en comunidad. Sin embargo, no se tiene en cuenta que hay una actividad que escapa de todo gravamen: la comunicación de los gobernantes. Es el único menester, a mi parecer, que hasta ahora se libra de exigencias pecuniarias, cuando debería estar firmemente controlado.
¿Hablar? Sí, libremente, pero con solvencia cualitativa y verídica para informar, no para deformar conceptos ni posibles realidades, y el que no lo hiciese, sancionado y fuera
Es de pena oír y ver a ciertas personas encumbradas por mor del azar, no por méritos propios, permitirse el lujo de las falacias invulnerables, de las martingalas vulgares para destrozar el vínculo más sagrado de la coexistencia, desgarrando con salidas de cauce la instrucción primordial recibida y mantenida por el uso correcto y sus necesidades.
Si es falta de formación o aptitudes, cabe un respeto total, mas, si sólo es un esnobismo interesado para medrar, la corrección debería ser ejemplar. Porque no es igual, por equiparar, la confusión de un conductor de autobús iletrado que no llegaba nunca al pueblo de "A modiño" que anunciaban los indicadores de las carreteras gallegas , como la tenaz ignorancia de un representante de una nación con historia, incapaz de recordar la precisión lingüística en cualquier campo de su materno idioma universal y al que le sobran los "hije", "niñe", "hombra", "mujero", "yerne", "nuere" y otros palabros, frutos de una ideologizada ignorancia atrevida, ya que en la realidad lo que importa son los hechos concretos y no las palabras carentes de significado. Pero, ¿ habrá alguien ambidextro de mente capaz de reglar con efectividad este cascabel desafinado? Pongamos buena voluntad y no perdamos la esperanza.
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