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Lo seguiremos recordando
28.05.21 - Escrito por: Lourdes Pérez Moral
La exclaustración y desamortización fue una época calamitosa por la desaparición de patrimonio cultural con la burda excusa de atender "a la necesidad y conveniencia de disminuir la deuda pública consolidada y de entregar al interés individual la masa de bienes raíces".
La entonces villa y término municipal de Cabra tendría nuevos dueños para inmuebles de naturaleza rústica y urbana sobradamente conocidos así como escaso interés "para destino público o para conservar monumentos".
La fisionomía conventual de 1836 representaba para el consistorio que Santo Domingo fuera destinado a hospital aunque ya existiera el de San Juan de Dios donde ahora podrían edificarse casas porque su ubicación motivaría al crédito público "una venta de consideración"; para San Martín y Mínimos lo más conveniente era demolerlos y enajenar sus materiales logrando formar "una plaza en el sitio donde se halla el primero y reportar alguna utilidad de la venta de los materiales del segundo que, por su estado ruinoso y estar extramuros de la población, a ningún uso útil puede aplicarse". Quedaban al margen, de momento, Capuchinos y Agustinas.
Las correspondientes contadurías de amortización, por otro lado, empezaban a ejecutar la redacción de inventarios de bienes muebles al objeto de publicarlos para que el público pudiera "satisfacerse de la legalidad y exactitud con que han procedido los empleados de amortización" y "denunciarse a la opinión pública, al Sr. Intendente o al Gobierno las faltas cometidas" para así "ser castigados los ocultadores" exponiéndose, aquí, los localizados a día hoy y poder iniciar la búsqueda de su paradero aunque, en algunas iglesias egabrenses, todavía pueda vislumbrase la huella conventual.
En una versión manuscrita posterior a la de García Montero y conservada en la Biblioteca Nacional, el convento de Mínimos de San Francisco de Paula, ubicado en el llano del mismo nombre y cuyos restos todavía podían verse hasta hace relativamente pocos años, se apuntaba: «distante de esta poblacion como medio cuarto de legua, tiene su arresife o calzada que da principio en la calle Sn. Marcos y finaliza en el atrio primero del convento, corresponde de este sitio a un lado de la vega, la cual atraviesa desde el pueblo a la falda de la sierra via recta por lo que viene a tener a un lado y a otro hasta corta diferencia del convento seguida poblacion de huertas qe. con sus admirables arboles de todas especies de frutos y entegidas ramas que volean el camino, forman un curioso pabellon que defiende de los efectos del sol a los que con ferviente devocion transitan hacer oracion en esta Sta. Casa. Su iglesia aunque no es de las mejores tiene bastante capacidad, es de una nave y en sus angulos hay diversas capillas con sus altares. La mayor tiene su retablo de madera muy bien tallado, con su arca para custodiar el relicario y al lado del Evangelio estan las capillas: una del Sr. Sn. Francisco de Paula y la otra de Nra. Sra. de la Salud y mas esta la capilla del Sor. San Antonio Abad que se halla en un lado y al otro esta la de Sra. Sta. Ines y enmedio el Santo Cristo de la Salud. La Yglesia tiene su portico de ygual ambito al cuerpo de ella con un arca grande de canteria chato y embovedado, obra por cierto executada por artifice inteligente de arquitectura. La torre es alta y echa de la misma mano con sus dos campanas, el compas cercado con tapias es de bastante latitud y longitud con dos puertas la principal al frontis y otra al lado y, lo interior, con su patio claustrado con su buena fuente de tasa grande en el medio. Sus celdas altas a las que se sube por una famosa escalera de jaspe encarnado bruñido y otras muchas oficinas y una huerta cercana al lado del convento que mira a su meridiano cuya puerta cae dentro del compas referido teniendo sobrada agua para el riego, con su estanque de los mejores que puede verse y arboledas, la que sirve de un jardin ameno y deleitoso a la reverenda comunidad».
Y ahora que se proyecta otra remodelación de Plaza de España, donde estaba situada la iglesia y convento de domínicas de San Martín, pudiera contemplarse la ejecución de catas que pudieran maravillar tanto o más como los guiños en superficie a la historia. Parafraseando al padre Pedrosa García ojalá que las hiciéramos porque, sólo así, lo seguiremos recordando.
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