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Sonetos adolescentes
27.05.21 - Escrito por: Antonio Serrano Ballesteros
34
Cuando oigo la llamada del sentido
en la estima perpetua de mi espera,
la escarcha se me vuelve solanera
y el bochorno, carámbano aterido.
El aire me florece en el oído
con aromas de fiesta bullanguera
y con nostalgias de otra primavera
enciende los recuerdos de mi olvido.
No habrá hombre con tantas emociones
deducidas del soplo misterioso
bajo el rosado jaque vespertino;
que su efecto se ensancha a borbotones
y se quebranta tierno y sigiloso
entre el límite humano y el divino.
35
Pasar sintiendo amor, pasar clamando,
que amor es doloroso y lacerante:
frágil flor invernal, gemir constante,
acecho de un halcón que va cazando.
Pasar sufriendo amor, pasar llorando:
rosa de cruz sonora y penetrante,
cáliz primaveral, revés triunfante,
cilicio del quemar que nace amando.
Y aún así pasar flechado, tanto
como el sentido ensanche su cabida
en la ingénita rueda de fortuna,
para mezclar los duelos con el canto,
el vacío luctuoso con la vida
en una gestación sin par, sólo una.
36
Como se arranca al fin la mala yerba
de la buena simiente del sembrado,
arranqué de mi pulso enamorado
la sangre que quería ser tu sierva.
Gané la libertad, franquicia acerba,
mas perdí el bienestar ya cosechado,
y quedé circunciso y consagrado
al castigo que Amor así reserva.
Al tiempo, ya pastor de blancas cumbres,
sabedor de augurios y quimeras,
renuncié a la impresión de aquel bautismo,
por recobrar sin saña viejas lumbres
y depurar con rentas lisonjeras
la humana tentación de mi egoísmo.
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