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Sonetos adolescentes
02.05.21 - Escrito por: Antonio Serrano Ballesteros
31
Aranceles sin tasa tú me impones
con la alocada gracia de tu estima
y mi amor, que de tierno se lastima,
se queda mal herido sin razones.
Recojo, por sanar, todos los sones
de los diezmos que buscan nueva rima
en el roce del viento, por encima
del latir mudo de otras decisiones.
Liberto con la música escuchada
por obra prodigiosa de la nada,
descubro, por azar, otra verdad:
la intacta dimensión del infinito
revuelta sin mixturas con el grito
que ensancha mi precaria libertad.
32
No sé por qué al mirar el cielo oscuro
mis ojos tiemblan con la luz lejana
del astro que en quietud se deshilvana,
mostrando su pasado y mi futuro.
No sé por qué su luz levanta un muro
que alarga mi visión y se desgrana
en chispa de esplendor, como lozana
irradiación de ocaso prematuro.
Y siempre me sorprende la alborada
limpiando de latidos mi mirada,
para acoger de nuevo los colores.
Y nunca con el día desespero,
que el iris me domina por entero
y guarda, por si velo, mis temblores.
33
El alma de mi rosa languidece
oprimida por dedos emboscados,
asfixiada de aromas impregnados
con la muerte que a diario se le ofrece.
Morirá, que sin aire empalidece
bajo cielos de luces entorchados,
entre fuentes y campo contagiados
por el mismo dolor que la adormece.
El alma de mi rosa delicada
era otra rosa casi transparente
en un edén de rayos florecidos.
Era perfil de rosa iluminada
y envuelta del color resplandeciente
que florece tan sólo en los sentidos.
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