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La ciencia de estar contigo

21.02.21 - Escrito por: José Manuel Valle Porras

En uno de sus programas de divulgación y reflexión, el psiquiatra murciano, afincado en Boston, Fernando Espí Forcén, advertía el hecho de que en España encuentra muy buenos pódcasts sobre humanidades, algunos de los cuales escucha con gran disfrute, pero apenas sobre ciencia, siendo esta la razón por la que, para tales temas, prefiere escucharlos en inglés, de países como Estados Unidos o Corea del Sur, donde son mucho más frecuentes, aunque, por el contrario, los relativos a historia, por ejemplo, sean escasos y, cuando los hay, bastante pueriles, a menudo limitados a la categoría del anecdotario.

Mientras que los oyentes anglosajones o asiáticos son claramente más receptivos a las novedades de la investigación en física, genética o medicina, los españoles parecemos preferir, como pauta más extendida, las cuestiones literarias, historiográficas o, incluso, políticas. Tal vez en este terreno nuestra capacidad de comprensión, reflexión y goce estético sea mayor que en otras latitudes, pero no se nos oculta que hay un mundo en crecimiento que nos cuesta trabajo seguir. Un día es la recurrente noticia de los bajos resultados de nuestro alumnado en matemáticas, otro que los chicos y chicas de educación primaria son receptivos a la inseguridad con los números de sus maestros. Quien esto escribe intenta, más a salto de mata que con constancia, leer y escuchar, seguir las novedades del otro lado, estar más o menos al día. No nos basta, y hace falta un esfuerzo de nación, de la nación española en su conjunto, incluidas sus indeterminadas naciones alternativas, remando coordinados en una misma dirección. Hace falta ese esfuerzo colectivo que, sin embargo, me temo, sólo acabará llegando paulatinamente y por necesidad.

A semejante propósito de conectar las letras y las ciencias, en nosotros mismos, en nuestro entorno y en nuestra nación, viene a contribuir este libro de Manuel Guerrero Cabrera, que, ya desde su propio título ?La ciencia de estar contigo? es, en este sentido, toda una declaración de intenciones. Ciencia y amor son, en efecto, los dos ejes de esta obra lírica, algo que también se descubre en la estructura interna del poemario, organizado en cuatro capítulos que van desde «Tú en la métrica de Minkowski» a «Horizonte de tus sucesos», y cuyos encabezamientos se acompañan siempre de un discreto párrafo, a modo de nota a pie de página, explicando el concepto científico en que se basa cada uno de estos epígrafes.

Pero la presencia de la ciencia, en particular de la física, es continua a lo largo de toda la obra. Uno tras otro, en los poemas se alude tanto a grandes cuerpos celestes (Marte, Saturno, su satélite Titán), como a pequeñas partículas (fotones, electrones, positrones), pero también a maravillosos logros de la tecnología moderna (la sonda Huygens), multitud de conceptos (gradiente geotérmico, equinoccio, calentamiento global, constante, celdas de memoria) y, finalmente, algún científico (Olbers) y autores tanto de divulgación científica (Asimov) como de su lúdica prima, la ciencia ficción (Philip K. Dick, Arthur C. Clarke, Bradbury).

En realidad, de la ciencia, la astronomía, las matemáticas y la naturaleza procede el lenguaje con el que está escrito este poemario, el sustrato poético. Los temas, en cambio, son los eternos en la lírica ?el amor, la vida y la muerte? y las metáforas, como ya lo advirtiera Borges, no pueden ser sino las de siempre. Pero es esta nueva vuelta de tuerca, esta espléndida fusión entre la tradición literaria, el espíritu poético y el más actual conocimiento científico lo que constituye la original, llamativa, espléndida aportación de Manuel Guerrero. Y no ha de creer quien aún no haya leído sus versos que el concepto es lo único meritorio. Antes al contrario, el autor se crece en cada nuevo poemario y nos ofrece nuevos y cada vez más cautivadores hallazgos, en los que el ritmo, la medida, las imágenes y la inspiración se aúnan con una exquisita sensibilidad.

Quien ahora les invita a disfrutar y aprender con este libro no puede citar todos los poemas y fragmentos que le han cautivado, pero sí permitirse la licencia de mencionar algunos. Destacan, como es habitual, los dedicados al amor y sus múltiples y siempre inagotables casuísticas. Y así desde el primero de todos, en el que, tras conjugar la emoción amorosa con las concepciones científicas, sentencia Manuel: «Contigo es la medida básica para el tiempo». En otro, la identificación del amor con la vida, que explicita en una larga enumeración que se extiende desde los olivares a Internet, pasando por los anillos de Saturno y las ideologías políticas, le lleva a afirmar, categórico, que «Nada valdrá la pena cuando cierres los ojos». Y, a vueltas con el tiempo, explica, con magistral dominio de la síntesis y el ritmo, que «ya son ayeres lo vivido sin ti, / ya son nuncas sin ti / y contigo son siempre».

Como en anteriores poemarios, también el amor de padre tiene una presencia importante. Aparece, por ejemplo, hermosamente trenzado con el de pareja, en «Imaginando nubes», donde el fenómeno atmosférico ampara tanto los juegos infantiles como el deseo del poeta. Asimismo, al final de este libro encontramos poemas de compromiso, en las que los que comparece una extranjera guerra civil, la desigualdad o incluso la empatía con el sufrimiento animal.

Junto a estos temas, encontramos algunos motivos, como el mar o el tango, que constituyen ya una marca de la casa del autor. Por otra parte, los ecos de sus lecturas surgen aquí y allá. A menudo se aprecian en las citas con las que se abren multitud de poemas. Uno incluso encuentra, no tanto influencias, sino más bien consonancias con Benedetti, como ese «porque es alivio el tiempo / dedicado a amar», que nos recuerda que, según el uruguayo, «cada hombre se abraza a alguna mujer / como si así aferrara la eternidad»; como el magnífico cierre «Borran las malas huellas / las olas de tus ojos», que me parece incluso más bello que los versos «tus ojos son mi conjuro / contra la mala jornada»; o esos dos poemas de Manuel Guerrero, hacia el final de su libro, en los que lamenta el «tiempo y sus imposiciones», el monótono y repetitivo ritmo de los días, sin trascendencias, que dejan la misma desasosegante impresión que Benedetti cuando advierte que «nadie se asusta / nadie quiere / pensar que se ha nacido para esto».

Que Guerrero haya alcanzado la misma belleza lírica que el escritor de la antigua Banda Oriental, y ello con un lenguaje bañado en ciencia y astronomía, podría ser una forma acertada de condensar sus virtudes. Sé que a mí nunca se me ha de creer, porque soy su amigo, pero no desistiré, una vez más, del intento. Este poemario es fruto de una inteligencia sensible, curtida en las multitudinarias lecturas y la constante práctica, y alimentada por la musa de sus sencillas pero viscerales vivencias. En un determinado momento, las asperezas de la vida le quebraron, como a todos, ciertas ramas. La tormenta se llevó entonces parte de su equipaje, pero dejó el camino despejado para nuevas aventuras. Y Manuel, aunque siempre sensible a los guarismos y los astros, emprendió un inesperado viaje como lector, oyente y espectador, un camino de curiosidad por las primicias del quehacer científico, obteniendo así savia fresca como escritor. A un poeta de esta forma renovado, ilustrado y sentimental, abierto al mundo y su sentido, es al que les invito a leer, en este libro afortunado. Déjense bendecir por él, doblemente, con el estímulo de la exploración y el bálsamo de la belleza.

Manuel GUERRERO CABRERA: La ciencia de estar contigo, Diputación de Cádiz, Ayuntamiento de Bornos, Cádiz, 2018.

enlaces de interés

https://www.dipucadiz.es/publicaciones/c...
La ciencia de estar contigo

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