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Reputeselo (I)
19.02.21 - Escrito por: Lourdes Pérez Moral
A Manuel Osuna Bujalance
Buscó con denuedo su tumba pero no la encontró y sin embargo allí estaba, "de mármol obscuro de Sierra Elvira por bajo de la anterior" que "parece de mármol blanco aunque se halla muy ennegrecida por el tiempo". Correspondían a Juan Antonio Ruano-Calderón y Aguilera (1827-1832) sobrino de Pedro Ignacio de Lorite y Enríquez (1755-1789), ambos hermanos mayores de la Real Archicofradía de María Santísima de la Sierra.
El doctor Juan Antonio de la Corte y Ruano-Calderón publicaría en el Semnario Pintoresco Español la más bella estampa de una romería mariana aunque tuviera que parafrasear a Cervantes: "a una legua escasa de cierta población, cuyo nombre no quiero recordar". Era 1842. Al igual que su padre y abuelo, fue hermano mayor (1832-1834) pero hubo de presentar la dimisión "apoyado en fundamentos poderosísimos" tanto que, Gil y Fernández, revelaría que "la política le acarreó no pocos sinsabores y, en ocasiones, hasta la separación del cargo que rectamente desempeñara y el despojo de la cátedra". Volvería a escribir sobre el particular pero ahora ya no divulgaría.
Un título simple -"Descripción del Santuario de Ntra. Sra. de la Sierra de Cabra"- para unas cuartillas de nuevo admirables donde una falda se eleva desde la Fuente del Río y Convento de Mínimos transitando "por ásperos y tortuosos senderos". Seguimos ascendiendo y el terreno es "más pedregoso y duro, hasta que se llega al pie de la montaña en donde asienta el Santuario de Ntra. Sra.". Tenemos dos caminos para coronar su cima: el viejo -"desde la Fuente de La Viñuela y abriéndose paso por entre las piedras, salvando a menudo precipicios y derrumbaderos, costea uno de los lados de la sierra, marchando a derecha e izquierda, como rastro de culebra, porque vía recta sería imposible"- y el nuevo -"así llamado, más suave y más directo, por no hallarse tan empinado"- que desembocan en una explanada.
Al Oeste ya podemos divisar el panorama que "abraza la mayor parte de la Campiña de Córdoba, con muchos de sus pueblos, castillos, montes, ríos y lagunas, deleitándose la vista por deliciosas praderas, frondosos plantíos y elevados cerros, rematando en forma de semicírculo por las sierras de Rute, Priego, Antequera, Estepa, Los Visos de Sevilla y la Sierra Morena, pudiéndose descubrirse en los días serenos hasta el Yermo de Córdoba, con la simple vista, sin auxilio de anteojo. Si el viajero curioso da vuelta a la Hermita en derredor de la esplanada, gozará también de la perspectiva de las sierras de Doña Mencia y Zuheros por el Norte y de la de Nevada por el Sudeste, cubierta siempre de blanquísimos copos y alzando en su cima, el tan celebrado Picacho de Veleta. Más cerca de todos estos puntos, tiene a sus pies por el Nordeste la llanura de la Nava, rodeada de elevados montes, que la hacen casi impenetrable, cubierta de ganados y sembrada de multitud de plantas medicinales que la hicieron digna de mención en antiguas historias. Su pintoresca situación, su estendida superficie y el contraste que forma aquel inmenso plano, donde el curso de los arrolluelos cambia de dirección a cada momento por el perfecto nivel de la tierra, con las sombrías crestas de las montañas que lo circuyen, hacen de aquel lugar un punto delicioso, que nos recuerda algo de salvage y primitivo como la creación. Allí la atmosfera es purísima, el temperamento sano y frio, las aguas muy delgadas y las flores, los arboles y toda clase de plantas muy verdes y lozanas. Allí abundan todavía los lobos, las zorras, los gatos monteses, las víboras y alacranes (1) cuyos ecos desapacibles turban el reposo del inesperto caminante, durante la noche, al paso que concilian el del pastor de la cabaña, que sabe muy bien no tiene que guardarse de aguestos animales, si pone a buen recaudo sus becerros, sus potros y corderos".
Santuario. Es un "paralelogramo de ciento y ocho pies castellanos de longitud por setenta y ocho de latitud, que abraza la iglesia, sacristía, oficinas y patio de todo el edificio. Conocese desde luego que el templo, construido a la parte de Oeste, es lo más antiguo de la fábrica, por sus robustos muros, por sus pilares de sillería y por la bóveda de lo mismo que corre de Sur a Norte hasta el cruzero. Sin embargo el que hoy existe no es el primitivo".
(1).Nota del autor: "no se sabe que jamás hayan picado estos reptiles a persona alguna sobre la cima de la Sierra a pesar de hallarse con frecuencia hasta en las habitaciones y departamentos bajos del Santuario".
Foto portada 1. Inscripción lápidas en la iglesia del Santuario de la Virgen de la Sierra. Fuente: Manuscrito de BVA. 1843.
Foto 1.1. Santuario. Miradores. Fuente: Libro María Santísima de la Sierra Coronada. Tomo 1. 2005.
Foto 1.2. Santuario. Panorámica. Fuente: Libro María Santísima de la Sierra Coronada. Tomo 1. 2005.
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