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Otros silfos y dríades (8)
18.01.21 - Escrito por: Antonio Serrano Ballesteros
Otoñal luz matutina
de mi tierra cordobesa,
blanca arteria que procesa
grato sol de golosina
con recreación divina
y ternura humanizada.
Qué frágil su faz plisada
de resplandores porosos
sobre los campos verdosos
al claror de la alborada.
Las postreras calores del verano y un descenso rápido de la temperatura cuando terminaba septiembre, dio paso a que se formara, como decía mi abuela, sobre las cumbres más elevadas la nube de Alcalá, presagio de lluvias torrenciales que hoy conocemos como la gota fría, asoladora precipitación que todo lo arrasa donde descarga.
Justo la víspera de la Romería de Octubre cayó un aguacero tormentoso como consecuencia de las condiciones atmosféricas originadas por los cambios bruscos de temperatura. No hay que decir que los caminos quedaron intransitables y la ermita más lejos por los guijarros, gravas, charcos y barro que dejan los arroyaderos, obligando a la sensatez a retrasar la peregrinación unos días para esperar coyunturas más favorables.
Es todavía casi noche cerrada cuando, llegado el momento propicio, los romeros de la Divina Imagen se aproximan al paso a nivel donde enganchan los cordeles que aúnan el esfuerzo común de su fe y sin desaliento ir dejando atrás Góngora, La Salve, Los Colchones, La Cuesta del Reventón, La Viñuela hasta llegar a la Cumbre donde el cese del tambor invita al rezo de la satisfacción, mientras se abre multiplicado el horizonte sobre los verdes campos perfilados con el claror de la alborada.
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