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Otros Silfos y Dríades
16.11.20 - Escrito por: Antonio Serrano Ballesteros
6
Con mi soledad me encuentro
sin sensación de abandono.
No siento rencor ni encono,
mimo y pasión aúno dentro.
Por mi soledad me adentro
libre de rigor y erguido,
como penado sufrido
que se presta a su condena,
aun rompiendo la cadena
que siempre lo ha sometido.
Me pides que te lea el poema y yo te ruego que lo intentes tú de un golpe. Tu silencio de lectura me concentra en la inquietud de tu mirada cuando me la devuelves enarcando una ceja. Yo te aconsejo que releas sólo los primeros versos y hagas una disquisición inversa a tu experiencia para que puedan surgir dos vías opuestas de un punto que nunca llegará a ser encrucijada.
Después te conmino para que avances apoyándote de puntillas sobre cada sintagma que aclara los puntos firmes en los que se afianza el proceso consecuente. Tu cansancio se va transformando en la apática desgana que teme encontrarse con aquello que no quiere recordar y sonríe sin un gesto explicativo ni parpadeo que iguale la antonimia presentada.
Luego, posas una mano sobre la mía, porque a pesar de estar todo claro y despejado, de sentir la magnífica esplendidez del conocimiento vital, por un momento te agobió la sensación de que no había nadie, que yo me había marchado.
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