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Santos Inocentes
28.12.08 - Escrito por: José M. Jiménez Migueles
Una persona que se cree director de una banda de música y que jamás fue a la mili, aunque sí que besó la bandera, ¡santo inocente!. Otra persona que lucha constantemente por levantar una hipoteca que se lleva más de la mitad de su sueldo, pero que no duda en vestir de flor la habitación de su embarazada favorita. Un padre que deja el tabaco y una madre que por meses abandona la peluquería para que sus niños tengan un regalo que abrir en el día de Reyes. O aquella que lo daría todo por un beso, por un arrumaco, de aquel que tan lejos lo ha mandado el destino para tener algo que masticar para sobrevivir. O ese que durante un día entero es incapaz de componer dos versos para una niña que termina disimulando que el poema del primer aniversario ya lo leyó en las clases de Literatura. O esa pareja que guarda la discografía de Bunbury en el coche, refugio de tantas noches de amor. Bendita inocencia.
Unos gobiernos que ceden gran parte de su dinero a aquellos que se dedican a comercializar con el mismo. Unos israelitas que sí que consuman la matanza de los inocentes propia del 28 de diciembre. Mujeres que mueren por elegir mal sus quereres. Millones de personas que malviven en un mundo de mierda donde 854 millones de hambrientos conviven con 1600 millones de gordos y otros 400 millones de obesos.
Por eso es bueno buscar la inocencia en cada una de las situaciones que nos ofrece la vida diaria, al menos para que veamos que en el mundo existe bondad. Porque, como cantan Raphael y Sabina, benditos aquellos que hacen del invierno, primavera.
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