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Otros silfos y dríades
14.08.20 - Escrito por: Antonio Serrano Ballesteros
Pienso que no habrá un hombre (Genérico: entiéndase individuo, lo que mi generación aprendió sin más matices: hombre u hombra, mujer o mujero, hijo o hija... para qué seguir con nuevas modas.) que no se haya sentido confundido al apreciar la realidad o su reflejo, si en sus afanes placenteros se inclina sin dudar a la conveniencia del momento para alcanzar o evitar el fin que propicia cualquier intención.
Sabemos que son muchas las terminaciones sensoriales que rodean la realidad personal del individuo, todas necesarias, todas útiles, pero sin dejarse presionar ni influir por ninguna de ellas, y menos por el miedo que suele cambiar la posición de las circunstancias, digo esto porque recuerdo la actitud de un tío de unos vecinos míos, que un pánico cerval le hizo salir al trote de su casa la noche del golpe militar del año 1.981 porque intuyó que se volvería a repetir una guerra civil entre los que están y los que quieren estar, y se les quedó en casa más de tres meses con todos sus añosos miedos y rarezas.
Por ello, sin miedo, hemos de recordar que entre los muchísimos oropeles y valores que van modelando nuestro diario caminar nunca dejaremos a un lado ni soslayar siquiera, para que no se nos olvide, el aprecio de la desnudez del alma si no oculta la espina fatal que nos lesiona.
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