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Sonetos adolescentes
30.07.20 - Escrito por: Antonio Serrano Ballesteros
4
Por qué este amanecer que me sorprende
alejado del alba en que más creo;
por qué este amanecer que no deseo
de mi avidez se adueña y en mí se prende.
No sabré si su aurora se desprende
de misteriosos rayos que no veo,
y que apago en el arduo forcejeo
del mismo palpitar con que se enciende.
No quiero amanecer que me desmienta,
ni quiero albor oculto en la opulenta
fiesta del amor mágico y sublime.
Dame la tenue luz de una mirada,
nimbo de noche ardiente, saturada
del ímpetu cordial que me redime.
5
Alegre y descuidada, entró ruidosa
en el jardín en que yo adolecía;
postrado, no advertí su algarabía
ni presentí su idea maliciosa.
No noté que su risa escandalosa
guardaba un dejo de melancolía:
pura sed del mal que se me ofrecía
servido en una copa primorosa.
Sediento yo bebí, libé el veneno
con mezcla de colores y sonidos
colmando mi apetencia verdadera.
Ahora nada me parece bueno,
pues, tengo enajenados los sentidos
y ausente el corazón de primavera.
6
Qué sorpresa, que has vuelto a mi sentido,
dejando tu mirada entre mis ojos
sin lucha, sin victorias ni despojos,
cuando mi buen amor creí perdido.
Y, porque igual creí que era mi olvido
tu buen amor desviado en mis antojos,
recogí nuestras vidas en manojos
para sembrarlas de nuevo, convencido.
Copiosa y singular nuestra cosecha,
ricos frutos de celo vaporoso:
la esperanza que con amor acecha,
la avenencia del beso generoso
y lograr ensanchar donde se estrecha
la inquietud que turbó nuestro re
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