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La canción del olvido
17.04.20 - Escrito por: Lourdes Pérez Moral
Mayo de 1918. Una zarzuela y una enfermedad, causan estragos en la Villa y Corte. De momento, "el buen humor del pueblo se manifiesta haciendo chistes y poniendo motes" aunque, "dar nombre en son de chanza a una cosa que debe ser tomada en serio, parece mucha ironía" porque "no puede ser benigno ni de inconsecuencias, un ataque febril" o "imponer multas de mil pesetas, para evitar abusos en subsistencias".
El germen de la dolencia parece estar en el aire "viciado" y no basta con "divulgar consejos higiénicos". La autoridad niega la mayor -"protégenos contra la peste de la mala prensa"- para hablar de epidemia y mucho menos de pandemia, por ello, está en el punto de mira: "unan ustedes el microbio incongruente de Maura con el de flores del campo de Dato, con el indefinible de García Prieto, con el regionalista de Cambó, con el adiposo de Marina, con el exprimente de Basada, con el cupiditativo de Romanones y con el infusorio de otros dos adláteres y, los virus que de esa conjunción resulten, tienen que producir efectos desastrosos porque tiene gracia que, en los informes oficiales, la epidemia va decreciendo y, el número de defunciones, sigue siendo más del doble del ordinario y no ha sido patrimonio de España, por cuanto ya se conoce en todas partes, si bien más previsores fuera de nuestra nación, no han tenido que lamentar tan malos efectos". Pero la enfermedad sigue su curso y, "¡guay del que tenga una lesión, ese va derecho al cementerio! porque, los estudios más eficaces, se realizan en las autopsias y, de momento, la orden dice que no así que ¡lástima que no coge a Romanones por su pata, a Maura por su variable pico, a Cambó por su autonomía ful, a Dato por su calva, a García Prieto por sus hechuras, a los demás ministros por la lengua y a nuestros comparsas administrativos, a ver si se apresuran de una vez a dictar medidas!".
Septiembre de 1918. La canción del olvido, "la enfermedad cómico-lirica que nos dejó a todos sin fuerzas, regresa. Se celebraron grandes corridas, teatros, bailes, partidos de pelota; la juventud se había dado cita y en los salones hormigueaba la multitud que entreabría sus labios para la sonrisa pues bien, aquellas frescas y locuaces bocas, fueron el dorado vehículo que, transportando el bacilo de Laverán, sembraron el espanto en todos los hogares y en todos los pueblos".
Menos mal que la denominación injusta tendrá rectificación porque, "si hubiéramos cerrado a tiempo nuestras fronteras con el cordón sanitario que se ha establecido tarde y mal, no tendríamos que lamentar la presencia de huésped tan molesto pero, aquí, se ha colado y española la llaman los extranjeros, cómo si españoles hubieran sido los que la propagaron por toda Europa y no se olvide que, la fuente de origen, es obsequio de los Estados Unidos". Y otra vez se cumplirá la sentencia que dice "el español acuerda siempre tarde", y otra vez los informes oficiales dirán que decrece y, los oficiosos, que aumenta pero "la mortalidad es aterradora, falta asistencia facultativa y los medicamentos están ..., en Alemania" por eso el remedio temporal puede ser utilizar "una máscara protectora de la nariz y boca contra los gérmenes que lanza el enfermo. Esta máscara se hace con un trozo de gasa, plegada en cuatro dobleces, en cada uno de cuyos vértices se coserá una cinta que servirá para fijarse".
Foto: Cabra. Al fondo, Hospital de Beneficencia Particular. Francisco Molina Benítez. 1955. Biblioteca Juan Soca.
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