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El cartel de la Semana Santa
08.12.08 - Escrito por: Jose M. Jimenez Migueles
De sobra es conocido por todos los que me lean (tampoco creo que me aguanten muchos, la verdad) que me gusta la Semana Santa. Y me gusta mucho. De hecho, tanto vivo una de nuestras más antiguas tradiciones que soy capaz de sublimarla y mitificarla en grado sumo, cuando en la mayoría de los casos acaso no lo merezca. Pero sí. Me encanta. Y soy capaz de juntarme con mi amigo Mateo y escribir un canto fúnebre por el llanto candente del tercer cirio empezando por la izquierda de la candelería de los Dolores, o dedicarle un epitafio al pétalo que fenece al paso de la Soledad, o glosar las maravillas del paso racheao. De cualquier cosa.
Por eso también me duele. Y por eso suelo ser, a veces, tan rancio, tan crítico, tan cruel con lo que no me gusta de la misma. Y como soy así, y no me lo puedo remediar, no tengo más remedio que comentar el excesivo deterioro que las artes plásticas de la Semana Santa de Cabra están produciendo por culpa de Hermandades que pretenden hacer maravillas con 4 euros. Y para eso, den cabida a imagineros, tallistas, bordadores y doradores de poca monta que no hacen sino desvirtuar la calidad de nuestros cortejos procesionales, produciendo el sonrojo de muchos que consideramos que éste debe ser un aspecto importantísimo a tener en cuenta por cualquier hermandad. Y no vengamos con el rollo de que la labor cofrade es la evangelizadora y no la artística, que las mejores obras de arte de nuestra Semana Santa se produjeron hace siglos, en plena efervescencia religiosa, quedando demostrado así que no tiene nada que ver lo formal con lo profundo, sobre todo en una tierra, Andalucía, donde la fe siempre ha sido acicate para expresar lo mejor de nuestras voluntades artísticas.
Y ejemplos hay muchos en nuestra ciudad, tanto para bien como para mal en los últimos años, para qué vamos a detallar. Lo que sí merece cierto análisis es la elección del cartel anunciador de la Semana Santa de Cabra. Sin menospreciar a nadie, una visita a la exposición de fotografías hace que se te caiga el alma al suelo: primeros planos sin sentido, fotos movidas, montajes grotescos, composiciones groseras, detalles sin interés, innovación cero, los mismos recursos de siempre, photoshop por un tubo y un sinfín de desprópositos que, en primer lugar, te hacen poner en duda la riqueza de la Semana Santa de Cabra, jamás expresada en ningún momento en esta exposición, y, segundo, también te hace dudar del escaso nivel de los foógrafos locales. Al parecer, los buenos no participan, y si lo hacen, no son tan buenos. Por lo que los fotógrafos que se encargan de dar forma al cartel anunciador de la mayor atracción turística de Cabra junto con las fiestas de la Virgen de la Sierra, son aficionados que bastante hacen con presentar sus obras al concurso con la mayor dignidad posible. Y eso me merece un respeto. Pero como también me lo merece el cartel que nos anuncia a todos creo que la fórmula se ha quedado obsoleta, que ya es hora de darle enjundia y caché al mismo y olvidar fotografía y montajes y optar por la opción que más categoría tiene: la pintura. Que un pintor retrate nuestra Semana Santa. Pero no un pintor cualquiera, un pintor que sea capaz de expresar lo que vive Cabra en estos ocho días, que con sus pinceles pueda transportarnos a una semana de sensaciones, que se elija a un pintor que sea tan bueno que pueda hacer lo que le de la gana.
Porque, esto gustará a muchos y disgustará a otros tantos, pero al menos tendrá presencia, riqueza, caché, apariencia, estilo, forma, composición, fondo. Contará una historia, llamará atenciones, provocará mil formas de ver esta Semana Santa, de ahí la fastuosa universalidad de la pintura. Pero, ¿me pueden decir ustedes que habrá pensado de nuestra Semana Santa muchas de las personas que hayan visto nuestros carteles en FITUR?
Pues ya se lo digo yo:¡¡¡ vaya un pueblo de catetos!!!
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