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La sociedad que estamos construyendo
27.11.08 - Escrito por: Araceli Granados Sancho
Sobrecogida me he quedado esta mañana ante la noticia del juicio de una joven y dos menores que quemaron a un indigente en Lucena. «¿Cómo?», he pensado. «Si en estos pueblos no pasan este tipo de cosas. Si allí todavía la gente se conoce y existe eso que se llama comunidad y que ya no se encuentra en otros lugares surcados por el mestizaje». Lo primero que uno piensa al escuchar esto es que semejante individua tiene que estar enferma o ser deficiente mental. Pero para más inri tiene 71 de coeficiente intelectual. ¡Vaya! Yo que creía que ya habíamos superado la caduca y anquilosada manía de medir la inteligencia de esta forma tan estrecha. Sin embargo, como dato aproximativo de sus «luces» me vale. Así que, volviendo al tema, la asesina está «en sus cabales».
Desesperada por la conclusión me vuelvo a preguntar qué le habría hecho aquel viejo pobre, como si hubiera alguna justificación para quemar a alguien hasta aniquilarlo. A estas alturas de mi agitada búsqueda creo que tal vez a esta endemoniada se le habría roto el móvil o el chico de turno no le haría caso o tendría mono de algo o yo qué se. Así que se cruzó con el débil una o varias veces, según cuentan, y empezó a tramar acabar con la vida del pobre hombre y acaso quizás terminar también con sus propias frustraciones.
Pero lo peor del asunto es que esta asesina tendrá padres y hermanos, primos al menos tenía; habrá tenido escuela y antes guardería; y leyes a las que atenerse; y televisión; y multitud de instituciones que deberían haberle enseñado que toda persona por el hecho de serlo tiene dignidad, lo cual implica gozar de derechos como el de la vida, que ya ha negado a este pobre hombre. También debería haber aprendido que el hombre es animal racional y que la razón va siempre mejor acompañada con la compasión y la misericordia, en la que tanto han insistido las religiones del libro.
Debería haber aprendido que la felicidad personal va unida a la felicidad social y que ésta sólo se consigue con la implantación de la justicia y sus valores: igualdad, reciprocidad, orden y rectitud. Debería haber aprendido que la fraternidad es nuestra primera aspiración como humanos.
Pero no ha aprendido nada de esto. O su coeficiente de 71 no es suficiente para esta asimilación o es que no son éstos los valores más importantes que a nivel social la han rodeado desde la infancia. Todos debemos reflexionar sobre la sociedad que estamos construyendo.
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