|
El espacio ahora recuperado
02.02.19 - Escrito por: Lourdes Pérez Moral
San Juan Bautista había tenido la condición de ermita y santuario, como Nuestra Señora de la Sierra, pero también de fábrica, como la iglesia mayor de Cabra, al instaurar la primera manifestación pasionista cuyo horizonte esboza ya un quinto centenario de claro arraigo popular aunque, en permanente estado de ruina, por una superficie caprichosa que ha propiciado la obligada restauración del camarín de Nuestra Señora de los Remedios.
Fue bajo el mandato de Hipólito Ruiz Solano (1717-1750) cuando tuvo lugar una nueva reedificación de San Juan Bautista y cuyas columnas de piedra blanca todavía se conservan. Después vendrían los embovedados y entibos para culminar en una obra que debería sustituir el nicho central del retablo mayor al objeto de corroborar su visión desde toda la iglesia auxiliada por riqueza ornamental e iluminación.
Se proyectaba así un camarín de planta octogonal con ventana en el muro frontal y cerrado por una media naranja que debería jugar con la plasticidad del yeso y que los maestros Alonso de Aguilar y Cristóbal Ruiz de Medina resaltaron mediante planas, abultadas y fingidas. Era 1743. Más tarde vendrían cartelas y espejos así como el traslado de los servicios de la Asunción y Ángeles mientras en la misma se ejecutaba la segunda gran intervención de su historia comandada por el maestro Gerónimo de Priego, hermano crucero, que volvería a San Juan Bautista tras los efectos devastadores del terremoto de Lisboa.
En 2014 y, bajo el mandato de Juan Jurado Jiménez, se encargó a la restauradora Ana Infante de la Torre el estudio técnico y consecuente intervención de conservación y restauración del camarín. Su recuperación, véase las fotografías de Mateo Olaya Marín, ha sido una actuación importante no sólo por el cariz devocional que atesora sino también por lo que significa devolver a Cabra una parte de su historia sin malversar el caudal de tan valioso patrimonio heredado de nuestros antepasados.
Por último la conjunción de voluntades ha hecho posible el espacio ahora recuperado: la Administración, a través de la iniciativa ciudadana de ámbito cofrade, han posibilitado esta actuación. Pero queda mucho por hacer. Las intervenciones obradas en el patrimonio egabrense no se limitan a la firma de un convenio.
La diligencia que las partes ponen, a sabiendas de plazos y costes, no está exenta de ocupación y preocupación y es de justicia reconocerlo más, desde el respeto al papel de cada cual, debemos ser capaces de trazar un camino que no es otro que pensar que el patrimonio es responsabilidad de todos sin olvidar una garantía que no es otra que somos beneficiarios del mismo. Conocer nuestro pasado es apasionante y, recuperarlo, aún más. Sintámonos pues complacidos pero obligados a satisfacer lo que pueda llegar.
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|