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Pequeñas Historias del Marruecos Español: MALOS TRATOS Y TERRORISMO
28.10.08 - Escrito por: Salvador Guzmán Arroyo
Estas nuevas pequeñas historias que paso a contarles tratan de MALOS TRATOS y de TERRORISMO, que en muchas ocasiones, como verán, suelen ser caras de una misma moneda. Sucedieron en los primeros años de la década de los 50 del pasado siglo, cuando estaba haciendo el servicio militar en el antiguo protectorado del Marruecos Español, como ya he comentado en ocasiones anteriores.
Un día me encontraba trabajando en mi negociado de Presos en la Intervención Comarcal de Alcazarquivir. A pesar de mi modesta condición de soldado-escribiente, como solían llamarnos, me hallaba enfrascado en la tramitación de un expediente de asesinato de una joven musulmana de unos 9 años. En aquel informe se relataba que fue encontrada muerta debajo de unas chumberas en su “duar” (poblado) y que todas las sospechas recaían en el marido, pues a pesar de su corta edad estaba supuestamente casada. Algo inadmisible para nuestra cultura occidental, pero común en aquellas tierras. Sin embargo, a pesar de su condición marital, aquel hombre tenía terminantemente prohibido, que mantuviera relaciones sexuales con su mujer por ser, lógicamente, aún una niña. Al parecer y aprovechando la ausencia de la madre de la chica, que se encontraba en un viaje familiar en otro poblado, el impresentable marido abusó de la niña y cometió dicho crimen. Las investigaciones sobre este caso las llevaban a cabo tanto la policía española como la musulmana, y mi trabajo consistiría en tramitar el papeleo para encarcelar a aquel asesino. Así pues y cumpliendo con los trámites en estos casos mandé el correspondiente escrito al Jefe de Prisiones, una entrañable persona llamada don Abelardo Rodríguez, si mal no recuerdo, y el causante de aquel homicidio marcharía a prisión.
Estando, como digo, ocupado en estos menesteres llegaría una pareja de “mejaznis” (policías) con un hombre musulmán que había sido detenido en la frontera con la zona francesa. Al parecer se había fugado de la gendarmería gala y al ser detenido en nuestro territorio el trámite a seguir sería igual que en el caso anterior: tramitar su expediente y remitirlo a la prisión.
Aquel preso musulmán tendría unos 30 años y recuerdo con claridad, a pesar del tiempo trascurrido, que confesó en el cuartelillo de la “mejaznía” que no era argelino, que en realidad era egipcio y que actuaba como un activista contra la ocupación francesa en Argelia. En aquellos años andaba bastante revuelta la situación política en Argelia, muchos argelinos luchaban por su independencia enfrentándose con técnicas terroristas contra las tropas francesas. Y contó cosas que ponían los “pelos de punta”, no comentó nada sobre su actividades anticolonialistas, pero si comentó las vejaciones y torturas que había sufrido de mano de la policía francesa, cómo lo habían colgado por los pulgares de las manos, que le habían introducido un palo enjabonado por el ano, o que había pasado varios días colgado boca abajo. Aquel hombre se expresaba en un francés de perfecta pronunciación y nos comentaba que era maestro de escuela en un pueblo y que luchaba, “a su manera”, para ayudar a sus hermanos argelinos.
Una vez tramitados los documentos oportunos, se ordenó su traslado a Tetuán y salió custodiado por una pareja de nuestra policía española. Así quedó la historia penosa de aquel hombre... , de aquel terrorista. No sé lo que le pudo pasar, pero....me temo que no lo pasaría muy bien.
Días después un capitán del ejercito entró a mi oficina para recabar cierta información de aquel caso, y cual fue mi sorpresa, cuando se me cuadró delante como si yo fuera una autoridad importante de aquel destacamento. Yo vestía de paisano como era habitual en aquel negociado...¡ lo pasé mal, muy mal!.....y espero que no supiera nunca que aquella persona sentada en un bufete y que tramitó aquellos expedientes, no era más que un escribiente, un humilde y simple soldado raso.
¡Hasta otra!, espero narrarles otra de mis ¡pequeñas historias!.....y que sea un poco más agradable que éstas.
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