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La conservación de nuestro patrimonio
22.11.08 - Escrito por: Antonio Ramón Jiménez Montes
Cada vez que tenemos noticia de la recuperación de nuestro pasado, es como si se recuperara algo que nos pertenece realmente. Pasa con las fotos antiguas, con las viejas cartas de amigos, con los recuerdos de la infancia. Pero también con aquellas otras cosas que no siendo tan personales, consideramos nuestras: imágenes, cuadros, edificios, documentos o libros. Partes de la historia que, de uno u otro modo, es nuestra.
Hoy podemos felicitarnos por la donación de una serie de documentos originales encontrados por desvanes, abandonados en casas para su derribo, dejados de la mano de Dios, que ha ido recopilando José Repullo y ha querido donar al Arhivo Histórico Municipal para su conservación definitiva y sobre todo, para ponerlos a disposición de cuántos interesados quiéran conocer lo que se contiene en ellos.
Loable decisión que debería ser tenida en cuenta por no pocas personas que atesoran enseres similares que seguramente han obtenido por herencia, casualidad o incluso por compra, pero que no tendrán sentido alguno para la próxima o próximas generaciones que los reciban de manera privada quedando olvidados en cajas, desvanes, trasteros o en el peor de los casos en el escaparte de un anticuario que los comprará al peso; en la chimenea o en la destructora de papel.
Me gustaría hacer un llamamiento a todas esas personas que conservan algo que consideran valioso pero que seguramente no lo será para sus descendientes. Quizá entregar esos documentos, libros, cuadros, etc. a un lugar público, ya sea Archivo o Museo, con las debidas garantías de conservación y de servicio público, es la mejor manera de conservarlos.
Y como gracias a las nuevas tecnologías podemos tener copias fácilmente utiilizables en el caso de legajos, libros o documentos, no nos desprendemos de la posible utilidad que tengan para quién las posea. En el caso de otras piezas como cuadros, fotografías e incluso imágenes, pasa algo parecido: podemos tener en casa copias fotográficas que nos permitan disfrutar de su visión particular, mientras que los originales podrán ser disfrutados por muchas más personas si son expuestos en lugares públicos.
El donante, como es el caso que nos sirve de excusa para este comentario, podrá quedar perfectamente identificado demostrando así su ofrecimiento a la ciudadanía y siendo recordardo por haber hecho posible que algo que iba a perderse, se conserve para siempre.
Ojalá cunda el ejemplo y no pase como sabemos que ha pasado con no pocos archivos, bibliotecas, colecciones y obras de arte en manos de particulares que, con el paso del tiempo, se han desvinculado de sus propietarios y se han disipado para siempre.
Enhorabuena al Sr. Repullo por su gesto y al Ayuntamiento por recibir el legado y ponerlo a disposición de todos.
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