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Progresismo conservador
06.11.08 LA VENTANA DEL MEDIO AMBIENTE - Escrito por: Mateo Olaya Marín
Progreso y conservación. Dos términos aparentemente antagónicos en muchas circunstancias de nuestra vida deberían ir conjugados y en perfecto equilibrio. Este es el caso del medio ambiente, porque un progreso sin límites y topes es el camino que nos aboca a un futuro sin progreso precisamente, haciéndose necesario, pues, el establecimiento de un crecimiento que vaya mirando por los recursos naturales utilizados.
Los recursos naturales son aquellos que suministran a nuestra sociedad de los materiales necesarios para el desarrollo socio-económico. Mucho se viene hablando de la sobreexplotación de estos recursos naturales, de forma que las tasas de consumo de éstos para nuestro progreso están superando con creces los ritmos de renovación que tiene la tierra para recuperarse ante este desgaste. Recursos como el suelo o la masa vegetal no se generan a corto plazo, sino que necesitan de grandes períodos para poder estar en las condiciones que el hombre requiere. Son elementos tan imprescindibles para el equilibrio del ecosistema, cuya situación crítica de conservación reporta irremediablemente perjuicios sobre otros eslabones del sistema, que a su vez son también recursos naturales.
La ausencia de suelo ideal (por contaminación, urbanización exacerbada, etc.) provoca la falta de sustrato para la fructificación de los recursos naturales. La esquilmación de las masas forestales conduce a una erosión peligrosa del suelo, perdiéndose paulatinamente toneladas de éste, desaprovechándose el agua que deja de almacenarse en acuíferos por falta de infiltración y extinguiéndose hábitats naturales de comunidades faunísticas de importancia para el equilibrio del ecosistema que nos aporta alimento. Un efecto dominó que tiene consecuencias evidentes a gran escala, donde son alarmantes las toneladas de suelo que dejan de existir, los miles de litros de agua que no se aprovechan o la biodiversidad que desaparece. Como vemos, la contaminación sobre un elemento de nuestro ecosistema no afecta sólo y exclusivamente a éste, sino a cualquier otro elemento que esté interrelacionado con él.
En esto de los recursos naturales el suelo puede hasta considerarse como no renovable, pues aunque éste se crea por diferentes procesos, el tiempo de crecimiento del suelo es bastante largo, lento y caprichoso, tanto que se considera recurso no renovable. Si a esto le unimos que la erosión del suelo en España, y especialmente en Andalucía, está adquiriendo unos tintes preocupantes, nos enfrentamos ante un problema de índole general que contagia a todo el ecosistema. Según los últimos datos, la pérdida de suelo por erosión está aumentando, sobre todo en provincias como Málaga, Granada, Córdoba o Jaén.
En definitiva, el progreso sin conservación no tiene sentido. Al menos se trata de una máxima por la que aboga ese concepto tan abstracto para muchos y que toma el nombre de desarrollo sostenible. Espero que tras estas breves líneas se entienda una parte de lo que quiere decirnos: progresar a un ritmo tal, que los recursos naturales utilizados no vean mermadas excesivamente sus reservas para poder estar, también, al servicio de las generaciones futuras.
Mateo Olaya Marín
Licenciado en Ciencias del Medio Ambiente
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