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La biomasa como energía renovable
31.10.08 LA VENTANA DEL MEDIO AMBIENTE - Escrito por: Mateo Olaya Marín
Que nuestra sociedad debe aprovechar sus potencialidades es algo que a día de hoy hasta huelga repetirlo. El hecho de que las mayores fuentes de energía provengan de las centrales térmicas y nucleares, significa un importante índice de contaminación química para el primer caso, y radioactiva para el segundo. Especialmente la química es la que está esquilmando el poder de autorregulación del planeta a través de la agudización alarmante del cambio climático y el efecto invernadero.
Con estas coordenadas de peligro, a muchos organismos y sectores les duele la boca de proclamar por activa y por pasiva la necesidad urgente de que las energías renovables ocupen progresivamente el protagonismo. Sobre todo aquellas que extraen el poder energético de recursos naturales que no presentan el problema limitador de la cantidad, es decir, que existen en demasía, como la energía solar. Sin olvidar las que presentan una solución a otro problema, amén de la contaminación química del sector energético: se trata del uso de la biomasa como fuente de energía. En nuestra geografía una biomasa muy frecuente, y que por su presencia añade el riesgo de polución de ríos y ecosistemas, es la ligada al sector del olivar. Es decir, los restos vegetales que se generan tras los procesos de extracción del aceite, orujo y alpechín, aunque de un tiempo a esta parte se está estilando más la extracción del aceite en dos fases, con lo que los restos vegetales se aglutinan en uno: lo que se denomina alpeorujo.
Recoger el alpeorujo, previo proceso de secado y centrifugación, para aprovechar su contenido calórico y producir a partir de él energía eléctrica, es todo un logro de las nuevas tecnologías, al que la provincia de Córdoba no es ajena porque ya durante años viene haciéndose en El Tejar. Estas centrales de cogeneración de energía eléctrica permiten por un lado aprovisionar de energía a la sociedad mediante un sistema que reporta menos contaminación, pues el alpeorujo tiene un menor contenido de compuestos azufrados y metales (en definitiva, esta actividad vierte a la atmósfera menos dióxidos de azufre, metales pesados y dióxido de carbono que otros combustibles); y por el otro elimina residuos vegetales que con su vertido a las aguas superficiales o el ecosistema en general, conlleva serios problemas ambientales.
Es todo un ejemplo de optimización de nuestros residuos, su reutilización para otros fines mientras que se aporta un grano de arena muy grande a la reducción de gases de efecto invernadero. A la existencia en El Tejar de este tipo de cogeneración de energía a partir del alpeorujo, se sumó Cabra con la puesta en marcha de una planta de similares características que se nutre de la comarca olivarera circundante. Este tipo de centrales tienen una potencia media, la suficiente como para rendir técnica y económicamente a la par que presta un servicio de dotación de energía renovable.
De hecho, la energía renovable procedente de la biomasa experimenta actualmente un crecimiento, implantándose en diversas comarcas olivareras que entienden que el alpeorujo es algo más que un residuo contaminante. Pero aún así la cobertura de las energías renovables a la demanda total energética sigue siendo baja, quedando todavía lejos del 15% previsto para el 2010, según objetivos del Plan Energético de Andalucía 2005-2010 (PLEAN)
La causa fundamental de esta baja participación de las energías renovables estriba en que la fuente mayoritaria, la biomasa (un 85,5% con respecto al total de energías renovables), es principalmente exportadora de energía a países de la UE, donde el precio de retribución de la energía eléctrica generada por este combustible es mayor. De seguir esta constante, parece utópico a estas alturas esperar un aumento considerable del porcentaje de energías renovables como fuentes primarias de consumo, para alcanzar así las previsiones del PLEAN.
Mateo L. Olaya Marín
Licenciado en Ciencias del Medio Ambiente
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