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La Fuente Marroquín o de la Aurora
07.08.16 - Escrito por: Antonio Moreno Hurtado
Nos acercamos a la historia de una fuente pública que ha sido recientemente recuperada por el Ayuntamiento en la calle Juan Valera, antigua Granadal de la mano del profesor Moreno Hurtado, cronista oficial de la ciudad. Junto a los datos de la fuente, destaca la introducción que se hace del problema del agua en Cabra en el siglo XVIII.
LA FUENTE MARROQUÍN O DE LA AURORA
El siglo XVII había sido el de la preocupación local por atajar las frecuentes epidemias que azotaron a la población. La siguiente centuria, la del XVIII, se inicia con una grave situación sanitaria, producida por deficientes medidas de higiene, mala conservación de los edificios y falta de agua para los vecinos.
Hasta ese momento, la única fuente pública existente era la de la Plaza Mayor (Baja o Vieja), construida en el año 1569 por Jerónimo de la Bala, maestro de cantería, que diseñó una fuente ochavada, con bordes a la redonda.
Desde mucho antes, un cauz (o caz) traía agua desde la Fuente del Río hasta lo que hoy es la Plaza de Abastos. Desde allí, el cauz bajaba cubierto hasta el molino del duque y el Castillo Fortaleza.
Dentro todavía del siglo XVII, desde dicho cauz, se dio agua al convento de dominicas de San Martín y se puso una primera fuente en la plaza de dicho nombre. Desde el castillo se facilitó agua al convento de Capuchinos.
Hasta entonces, los vecinos solían coger agua para sus casas en los nacimientos naturales de agua de las afueras de la población, como la fuente de San Juan, la del Álamo o la de los Silos, trasladada luego a la salida del puente del Junquillo.
El día 6 de agosto de 1702, desde Madrid, el rey Felipe V se dirige al Concejo de la Villa de Cabra, como resultas de un informe sobre la población en general, según el cual "las fuentes regularmente estaban sin corriente y quebradas las cañerías, matadero y otras (casas) que estavan maltratadas y quasi inavitables, siguiéndose de todo ello graves prexuicios y con especialidad de no reedificarse las dichas fuentes, pues con las aguas tan malas y corruptas se orixinavan graves enfermedades al común..."
Uno de los temas menos conocidos en nuestra ciudad es el hecho de que el abastecimiento de agua a algunas fuentes públicas e incluso a casas particulares fue posible gracias a la cañería privada del convento de monjas agustinas, única que bajaba desde la Cruz del Atajadero por el camino y calle de Priego a principios del siglo XVIII.
Antes de 1713, por la calle de Priego bajaba una acequia abierta que servía para regar los huertos particulares de los vecinos de la zona.
Una vez terminado el convento definitivo de las monjas agustinas, se plantea el problema del abastecimiento de agua potable al mismo. De nuevo es la generosidad de don Juan Francisco Gómez Seto, con la autorización del duque de Sessa, la que hace posible su realización. La licencia ducal fue expedida en Madrid el día 23 de marzo de 1713 y aclara que autoriza a traer agua de la Fuente del Río hasta el convento "tomándola de la última azequia del camino de Priego", bajo la condición de que si el Cabildo de Cabra o el convento de Santo Domingo quisieren tomar agua de dicha cañería, podrían hacerlo pagando la "costa que se prorroteare de dicha cañería".
El día 3 de julio de ese año se iniciaron las obras de la cañería y el día 14 de septiembre de 1713 entró por primera vez el agua corriente en el convento.
Posteriormente, el día 20 de octubre de 1716, el Concejo local se dirige por escrito a don Juan Francisco Gómez Seto y le comunica que el convento de Santo Domingo quiere tomar agua de la cañería y ofrece "cien ducados para la obra que se ha discurrido en la Fuente del Río en beneficio del público". El compromiso del Concejo local era pagar la mitad del dinero invertido en la cañería, si se autorizaba a tomar agua para el convento de Santo Domingo y unas fuentes en la Plaza.
Poco después, el día 19 de abril de 1717, don Juan Francisco se dirige al Cabildo egabrense recordándole que la cantidad total invertida en la cañería era de 30.000. La cesión al convento consiste en una paja de trigo de agua para la fuente del claustro.
Para ello, se construyó una Arquilla de distribución del agua junto a la Puerta de Priego, que estaba poco más arriba de la iglesia de Santo Domingo.
Pronto se instalaría una fuente nueva, conocida como Fuente de las Cadenas, en la placeta de Juan Márquez, tomando el agua de la nueva cañería.
Más adelante, en el mes de septiembre de 1745, don José Jiménez de Valenzuela, Maestro Mayor de las obras del conde de Cabra y duque de Baena, don Francisco Javier Fernández de Córdoba, presenta un Memorial en el que indica que "con el menor gasto... se ofrece en los reparos y aderezos de las cañerías. Las que conducen el agua, así a las fuentes del Palacio de V. E. como a los Padres Capuchinos y los demás conventos desta villa y fuentes las que están a cargo del Cabildo y Regimiento della... (por) las muchas enfermedades que son las que ocasionan el poco aseo y limpieza. Siendo así que Dios Nuestro Señor nos dio el agua tan pura en el nacimiento de la Fuente del Río, que por su abundancia no la sabemos estimar y agradecer a el Creador. Esta se inficiona y corrompe, no solo de los ganados por no tener freno si(no) también por las muchas avenidas del Camino de Priego, rompiendo los conductos, llenándolos de lima y otras inmundicias, causando muchos gastos para dar el agua a sus caños y a las acequias que riegan las huertas. Y no es el menor gasto para dar el agua a el molino de aceite de V. E., que estas avenidas causan parada a dicho molino. Y para reparar estos daños y gastos tan repetidos, es menester, si V.E. lo determina, el escañar el agua desde su nacimiento y unirla con la cañería de las Monjas Agustinas, que don Juan Seto costeó... Que siendo el beneficio común a todos los individuos el agua correspondiente, deben concurrir así por lograr en todo tiempo el agua con limpieza, como por los continuos gastos que se ofrecen en los reparos cada día.
Esto propuse a V.E. siendo Correxidor don Francisco Fernández de Córdoba y mandó V.E. se hiciera, más es ordinario (en) esta Villa no tomar a su cargo el bien común. Si V.E. lo determina, enviará Orden al Corregidor para que se prorratee el gasto que serán en 1.290 varas? de distancia, de toda costa, con los subientes y arcas, mil y quinientos ducados".
El duque pide información, desde Madrid, el 28 de septiembre de 1745 a su Contaduría Mayor.
Los contadores informan que la obra es necesaria, que se ha intentando con anterioridad pero no se había podido realizar por falta de medios. Se propone "conciliar a los principales interesados", para que aporten la cantidad necesaria para el "beneficio común".
Con fecha 31 de octubre de 1745, desde Baena, los contadores del duque trasladan la decisión al corregidor, el licenciado don Diego Luis de Tovar y Castro. Se le ordena que se "disponga la fábrica que se pide, a costa de la villa y de las comunidades a quienes corresponda el beneficio".
El día 9 de noviembre de 1745, el Corregidor dicta un Auto por el que se inician los trámites para la "fábrica" de la cañería "en beneficio de la salud pública". Que se hagan públicos los Autos para que "las personas que pretendieren tomar agua del Arca común que se ha de hacer... para su repartimiento general, acudan ante el infraescripto escribano a manifestar el agua que cada uno necesitase, para que, en vista de ellos, se pueda tomar la delineación conveniente".
Pero las obras deben abandonarse al cabo de un par de años, debido a los inconvenientes que presentan algunas instituciones y hacendados locales.
El duque, en un Decreto de 18 de abril de 1747, declara que "informado de la necesidad de que la obra de la conducción del agua de la Fuente del Río para el uso público de mis vasallos y que los Propios que teneis no alcanzan para estos gastos... os mando que os junteis en vuestro Ayuntamiento y confiriendo el medio mas suave y oportuno de arbitrio o imposición, me lo representéis con vuestro dictamen, para que yo resuelva el modo y circunstancias con que se haya de pedir la licencia al Real Consejo"
El día 2 de mayo de 1747, el duque aprueba la propuesta del Cabildo de cobrar un real en cada fanega de trigo que se saque del Pósito y ordena que el Cabildo haga la súplica al Real Consejo, "justificando debidamente la necesidad de esta obra".
Un nuevo informe del anterior Corregidor, de 13 de octubre de 1748, indica que "el pueblo había costeado la calera y pagada mucha leña. Se había usado pólvora y picos para desembarazar los nacimientos de las aguas. Que había estado enfermo el año anterior y se habían llevado toda la cal y piedra a la obra del Pósito, en que lo consumieron los Diputados sin dar cuenta de ello".
De modo que la obra se queda sin continuar por el momento.
El acta capitular del día 27 de octubre de 1767 recoge la inmediata conclusión de "la nueva cañería que se ha formado desde el Nacimiento de la Fuente que nombran del Río y se ha de injerir, como está escriturado, en la que principia en la Cruz del Atajadero, que es propia del convento de Reverendas Madres Agustinas Recoletas Descalzas, por haberla costeado a sus expensas don Juan Francisco Gómez Seto". También se hace referencia al abastecimiento de la Fuente de las Cadenas y se declara que la cañería primitiva se había hecho con licencia del duque de Sesa "como dueño y señor absoluto y propietario de todas las aguas de esta dicha Villa". Se acuerda reservar un tercio del caudal de la cañería para las necesidades y obligaciones del convento de Agustinas, el convento de Santo Domingo, el huerto de Santa Lucía, que es propio del citado convento de Monjas Agustinas y la casa de doña María Antonia de Cuenca Fernández de Córdoba. Los otros dos tercios del caudal serían para uso del pueblo en fuentes públicas y particulares.
Pero en el año 1770 se acuerda la construcción de una "cañería nueva para que bajen las aguas a las fuentes de esta Villa, que se principia en la Puerta de Priego y baja hasta la esquina de la calle Empedrada por la calle de Priego abajo". Fue ejecutada con intervención del Corregidor don Francisco Manuel de Villota Artaza.
El primer Auto del Corregidor se dicta el día 15 de abril de 1770, en que se ordena poner "el agua encañada para que venga limpia a las fuentes públicas de esta Villa (desde el) Nazimiento de la fuente del Río y Caño de la Vega, donde su toma, hasta introducirla en la cañería del convento y monjas agustinas descalzas de esta referida Villa, en el Arquilla que está en la Cruz del Atajadero. Y para continuar dicha cañería hasta esta Villa independiente de (par)ticular alguno, se necesita de muchos maravedíes, de que carece el Concejo, y lo mismo de Arbitrios para ello. Y aunque Su Merced, atendiendo al bien público ha practicado las más celosas diligencias por sí, y por el Concejo, Diputados del Común y Síndico Personero no se ha encontrado medio alguna para tan justa operación, pero se hacía indispensable que a lo menos se hiciera una nueva cañería para que bajase dicha agua desde la Arquilla que nombran de Señor Santo Domingo, bajándola toda la calle de Priego abajo, por la acera derecha, para introducirla en otra Arquilla que se ha de hacer en la esquina de la calle Empedrada, con atanores de marca mayor, independiente de la que en dicha calle tiene dicho convento, por estar ésta muy maltratada y todos los días se ofrecen continuos reparos. Como también que, construyéndose una Arquilla nueva en la antigua referida, que dicen de Santo Domingo, se puede arreglar y repartir las aguas a los interesados en ellas..."
Para atender estos gastos extraordinarios, el Concejo autoriza la venta de dos pajas de agua, una a don Pedro de Heredia Cabrera y Benegas y otra a don Joaquín Fernández Tejeiro y Valenzuela. Se ordena al maestro de albañilería y alarife Domingo Pérez Romo que inicie la obra "con la mayor seguridad y satisfacción".
La escritura de venta al señor Heredia se realiza el día 4 de mayo de 1770, en presencia de todo el Concejo local.
Se trata de "una paja de trigo de agua para el surtido de una fuente que ba a establezer en las casas prinzipales de su morada, calle Priego".
Un curioso incidente, del que queda constancia documental en el Archivo Histórico Provincial, nos permite conocer algunos detalles más de esta obra. El día 28 de julio de 1770, don Francisco Antonio Rubio, Síndico Personero de la Villa de Cabra, comunica al Corregidor que Domingo Pérez Romo, maestro de albañilería y contratista de la nueva cañería de agua se ha refugiado en el convento de Santo Domingo para no ser apresado por deficiencias en dichas obras.
Resulta que los maestros fontaneros en quienes había delegado la fabricación de la tubería la habían realizado con ciertos defectos en las uniones de los atanores y el agua se salía, produciendo daños en los edificios.
Más adelante, en un informe que, en el año 1779, hacen al Corregidor egabrense don Carlos Pérez de Medina y Quixada, Antonio de Figueroa, Maestro mayor de Obras de la Villa y el alarife Jerónimo de Priego, indican que "en la Plazeta donde se halla el convento de religiosas dominicas titulo del Señor San Martin se está construyendo a expensas de dicho señor Corregidor una fuente nueva de piedra ripia", por lo que se aconseja "hazer cañeria nueva para que venga el agua a ella desde el lugar que nombran la Cruz del Atajadero, construyendo mas de tres mil baras, que hay desde dicho sitio de la Cruz del Atajadero a la sitada fuente, pues se hace forzoso traerla hasta la Puerta de Priego, donde se ha de construir una arquilla o rreserbatorio y desde dicho sitio seguir la cañería por detrás de la hermita de nuestra Sra. de la Soledad, calle Naranjo, la de Doña Leonor, Alamos y la de Buitrago hasta su vertedero a dicha fuente, la que es muy util y ventajosa a esta parte, porque de ella se surten los barrios del Albaicin, de la calle Baena, el del llanete del Calbillo y otros".
A partir de la puesta en marcha de la nueva cañería, el Concejo local comienza a vender el agua local a otros particulares. Aquí tenemos el precedente de muchas casas con agua en propiedad, que ahora solamente deben contribuir a las arcas municipales con el coste del servicio, por el uso de las cañerías y su conservación y no por el valor que tenga el producto servido.
Las cantidades que se cobraban a los vecinos no siempre eran las mismas. Así, el día 19 de julio de 1784 se cobraron 550 reales por una paja de agua a un vecino llamado Castillo y el 20 de agosto de ese mismo año 1.000 reales a don Francisco de Puebla Serrano y a don José de Güeto Aranda. En los protocolos del escribano Joaquín Contreras Lozano, entre los años 1793 y 1800, figuran numerosas ventas de agua a vecinos de Cabra.
El día 12 de junio de 1793, el presbítero don Roque Izquierdo, Beneficiado de la iglesia mayor de Cabra y el escribano don Manuel de Heredia y Dávila presentan un escrito al Concejo local indicando que "tienen noticia de que deliberan vender el sobrante de agua que les queda de la cañería nueva que están construyendo para el abasto común en esta dicha Villa y de sus fuentes públicas, la cual, inferida con la de la Fuente del Río, en el camino de Priego, desde el sitio de la Cruz del Atajadero, se trae nueva dicha cañería hasta su Arquilla en la esquina de la calle Granadal, donde se ejecutan las distribuciones, tanto para las fuentes públicas como para las particulares de vecinos que a V.S. tienen comprada agua, desde dicha Arquilla para sus casas". Solicitan del Concejo local la venta de una paja de agua de la Arquilla de la calle del Granadal, para lo que se comprometen a hacer y pagar a su costa una "cañería particular" que lleve el agua desde la Arquilla hasta el interior de sus casas, que son linderas y están en la calle de Priego.
La escritura de venta se otorga ante el escribano Joaquín Contreras Lozano.
El día 17 de julio de 1793, don Juan Fernández Tejeiro y Zafra, vecino de Cabra, Maestrante de la Real de Ronda, y su procurador Nicolás García, piden al Corregidor que se le entregue copia de los documentos en que figura la compra de agua por su padre. A continuación, el señor Fernández Tejeiro compra al Concejo local otra paja de agua para su casa.
Unos meses antes, ante el mismo escribano, el Concejo vende una paja de agua a don Antonio Aranda Ruiz de Peralta, clérigo de menores, Beneficiado de la iglesia de Baena. Vivía en la calle Álamos.
Este hecho demuestra que la cañería ya llegaba a la calle de los Álamos, desde donde cruzaría, por la calle de Buitrago, hasta la Plaza de San Martín.
El día 15 de octubre de 1793, don José García de Cuevas, Diputado del Común, se dirige al Concejo local para informar que en su casa de la calle Priego "han puesto hace unos años un subiente de agua de las cañerías del común". Que a veces "bosa" el agua y le producía daños en la sala baja de su casa, por lo que había puesto un "aguamanil para el desahogo de dicho rebose". Ahora pide poder llevar el agua de dicho aguamanil al patio de su casa.
El antecedente directo está en un expediente y Auto del Corregidor don para que se informe la inundación de una casa en la calle de Priego Se le concede con fecha 29 de octubre de ese año.
En el año 1794, ante el citado escribano, el Concejo local vende una paja de agua a don José Antonio Marroquín Luque, Regidor, Alférez Mayor y Hermano Mayor de la cofradía de Ánimas. Era para su casa de calle de los Álamos, esquina a la del Granadal, donde se había hecho una Arquilla de distribución.
Con ese motivo, el señor Marroquín autoriza que se labre una fuente en la fachada de su casa que da a la calle del Granadal.
Este es el momento en que se construye la fuente conocida como Fuente Nueva, Fuente Marroquín o Fuente de la Aurora.
Un documento interesante es el acta capitular del día 28 de febrero de 1853, donde se da noticia de un memorial de don Juan Gil de Arana y Marroquín, en el que se queja de los daños que ha causado en su casa "la fuente pública que se encuentra incrustada en los muros de dicho edificio".
Subsanado el defecto, la fuente original estuvo colocada en dicho lugar hasta mediados del siglo XX, cuando se instaló en la semiesquina que hacen las calles de Baena y del Tejar de Taquinas, donde, desde hacía muchísimos años, había estado la llamada Cruz de París.
La fuente pasó luego a otro lugar, en el Cerro de San Juan, de donde fue definitivamente retirada. La citada fuente consistía en dos recipientes de piedra, de forma troncocónica invertida, con dos caños. Una fuente que, situada en un lugar estratégico de la población, ha estado al servicio de los egabrenses durante más de ciento cincuenta años y que ahora, afortunadamente, ha sido recuperada.
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