Terminamos con este artículo la serie que nos habíamos marcado para poner de manifiesto la importancia del patrimonio industrial de Cabra y en concreto los edificios que albergan hoy la empresa HECOLIVA de los hermanos Cobo Ávila. De aquel antiguo Molino de aceite de principios del siglo XX, de las Bodegas Modernistas, de la fábrica de Pallarés, llegamos al Museo del Aceite - Molino Viejo, en estas fechas que nos acercan a la IV Fiesta del Aceite Fresco de Cabra en dicho lugar.
HECOLIVA
En 1975-1976 se produjo la suspensión de pagos y posterior quiebra de la prestigiosa firma Pallarés Hermanos S.A. constituyéndose una comisión liquidadora en la que el entonces Banco Hispano Americano se hace cargo del patrimonio de la firma quebrada. Así las cosas, se realiza una partición del activo buscando la venta del mismo para poder ir cubriendo las deudas y obligaciones pendientes de pago.
Buena parte de los inmuebles que constituían el patrimonio de la fábrica de Pallarés se van vendiendo por partes y entre los compradores se encuentra Felipe Cobo Montes quien adquiere la parte que conforma el patrimonio histórico de las antiguas bodegas modernistas, todavía sin "descubrir". En 1983 se constituye Hecolliva S.A. y se comienzan a explotar los edificios con usos distintos a los del molino de aceite.
Será en 1986 cuando la familia Cobo ponga en marcha de nuevo la fábrica de aceite y se vuelve a montar el molino en una importante labor de conservación, recuperación y restauración de un deteriorado patrimonio industrial, que había sido totalmente desmantelado y casi arrasado con las ventas para liquidar la sociedad anterior, vendiéndose por chatarra la que había sido fábrica modelo de Fundiciones Alba. Por parte de la nueva sociedad, Hecoliva, se procede a instalar toda la maquinaria necesaria para poner de nuevo en marcha el molino. Se vuelven a montar prensas, se recuperan los trujales, se ponen en marcha los procesos, en fin, se consigue recuperar todo lo que se había arrancado y destrozado en el desmontaje de lo que allí había. Así comienza la restauración propiamente dicha y la recuperación de los usos, con algunas modificaciones destinadas a mejorar los procesos como son las batidoras y molederos automáticos e incluso la envasadora. Vuelven a colocarse ocho prensas y comienza la andadura de Hecoliva S.A. como fábrica de aceite en las antiguas instalaciones, que poco a poco se van recuperando.
Al mismo tiempo, Felipe Cobo, que tradicionalmente se había dedicado a la fábrica de capachos y conocía bien el sistema auxiliar para la fabricación del aceite, comienza a producirlos en las propias instalaciones del antiguo molino. En otra ocasión les ofreceremos algunos aspectos sobre la importante labor de creación de auténticas obras de arte con el sistema de fabricación de los capachos que Felipe Cobo consiguió y que pueden verse en una de las naves de las antiguas bodegas modernistas de Cabra y que recomendamos observar en la próxima fiesta del Aceite Fresco.
Se procede al registro de las marcas con las que Hecoliva envasa su propio aceite, producido de nuevo en Cabra bajo los nombres comerciales COBO y EL MOLINO VIEJO, que continúan produciendo y vendiendo. Paralelamente al proceso de recuperación de instalaciones y edificios, junto al proceso industrial y comercial de la fábrica aceite, se pone en marcha una de las más atractivas ideas que permiten hoy disfrutar de un espacio emblemático en aquellos edificios: el primer museo del aceite de oliva de la provincia de Córdoba. En el año 2000, el 1 de diciembre, Carmen Calvo -entonces Consejera de Cultura de la Junta de Andalucía- inaugura El Molino Viejo.
Quince años después de aquella histórica jornada, el museo es referente en la comarca y en este tiempo no solo ha visto reconocida y aumentada su colección, sino que ha conocido imitadores que, en cercanas poblaciones siguen la estela del pionero Museo del Aceite de Cabra. Con la puesta en marcha de esta iniciativa no solo se recupera y se muestra buena parte de la historia de aquel edificio y sus usos, sino que se rescatan piezas singulares del patrimonio oleícola egabrense como una prensa de viga del siglo XVII que se sacó de la calle Doña Leonor y que está instalada en el Museo junto a otras importantes piezas que llaman la atención a cuántos lo visitan.
Sistemas romanos, cisternas en el subsuelo, cableado eléctrico original, mecanismos y objetos curiosos conforman una muestra permanente que recomendamos visitar y que forma parte, por méritos propios, del patrimonio museístico de Cabra y del conjunto de nuestra comunidad autónoma. Destaca la colección de latas de aceite que también se recuperaron de la pérdida y que ahora se pueden disfrutar, junto a los fotolitos en piedra de algunas de ellas y junto a una recientemente recuperada máquina de litografíar que espera su restauración para ampliar los contenidos del Museo del Aceite - Molino Viejo de Cabra. También la historia de esta fábrica de envases propia, en el grupo Pallarés, tiene su anécdota que no queremos dejar de mencionar. Cuando en 1917, en plena Guerra Mundial, algunos empresarios alemanes se arruinan, uno de ellos era el encargado de suministrar los envases de hojalata a Pallarés. Al no poder hacer frente a sus pagos, el comercial alemán le ofrece como contraprestación la maquinaria que viene a Cabra y se instala en la antigua Casa del Ancla, creándose así la fábrica de envases que llegó hasta los últimos años de la firma Pallarés. Pues bien, la colección de latas a la que hacemos referencia, fue recuperada y pudo conservarse casi tal y como se exponía en la antigua fábrica.
El Museo del Aceite de Cabra se ha ido ampliando y continúa haciéndolo con nuevos proyectos que podrían ver la luz en los próximos meses y que como nos cuenta Juan Cobo, podremos ofrecer a nuestros lectores en cuanto se produzcan. Y además de ser un espacio expositivo de primer nivel en cuanto al mundo del Aceite de Oliva se refiere, es también un centro de cultura vivo, con actos de todo tipo y sobre todo relacionados con esta importante actividad que tanto supone para nuestros pueblos como es el aceite.
Cuando en 2005 se abre al público con otros usos el salón que albergó las Bodegas Modernistas, se inician también una serie de estudios por parte de investigadores del patrimonio industrial de Córdoba, Cataluña y Valencia, entre los que se encuentra la Asociación de Patrimonio Industrial o la Diputación de Barcelona, poniendo a los hermanos Cobo en la pista de que estos edificios son el primer exponente de las Bodegas Modernistas Catalanas. Estos estudios y las conclusiones a las que se llegan, pudieron presentarse en una serie de actos culturales que se llevaron a cabo en 2013, coincidiendo con el primer centenario de la construcción y que tuvieron su máximo exponente en la presentación del libro sobre las Bodegas Modernistas de Cabra, escrito por Alberto Moreno Vega y Yolanda López Gálvez, que publicó la diputación de Córdoba. La conferencia que impartió la valenciana Diana Sánchez Mustieles, arquitecta y componente de la asociación de Patrimonio Industrial, fue quizá el colofón que junto a la colocación de un azulejo en la puerta de los edificios, los resitúa en su justo contexto.
Terminamos con la gratitud a la firma Hecoliva, S.A. y en especial a Juan Cobo Ávila por ofrecernos toda la información que hemos podido mostrarles en estos artículos. Y también con las palabras de Lourdes Pérez Moral cuando, como nosotros, defiende la importancia de una labor de recuperación, conservación y mantenimiento de un patrimonio, de carácter industrial, que de no ser por el empeño y cariño mostrado por estos emprendedores, habría desaparecido.
El patrimonio industrial es un patrimonio emergente aunque todavía no suficientemente valorado como tantas cosas. Comprende todos los restos materiales, bienes muebles e inmuebles, con independencia de su estado de conservación, formas o elementos de la cultura material de la sociedad industrial, generados, en el desarrollo histórico por las actividades productivas y extractivas del hombre.
Es muy importante por parte de quien corresponda que "se tenga en cuenta el patrimonio egabrense y en especial aquellos edificios y construcciones que forman parte de un pasado pero que necesitan de conservación y recuperación para que no desaparezcan, reiterando la idea de mantener los edificios como Historia".
"La Fábrica de Pallarés en Cabra fue testimonio de una actividad, de un estilo de vida y trabajo, y de una etapa del desarrollo de la ciudad que ya forma parte de la historia e identidad de los egabrenses. Es innegable que la fábrica, o al menos, lo que de ella queda, es una seña de identidad que lo particulariza como pocas y mantiene vivo el recuerdo de la industria tradicional urbana. Esto refuerza su valor cultural y su carácter de bien patrimonial que debe protegerse, por respeto al pasado"
Hoy, a poco de comenzar la cuarta edición de la Fiesta del Aceite Fresco, una iniciativa de Juan Cobo que luego hizo suya la Asociación de Empresarios de Cabra (AECA), contar con este patrimonio como sede de los actos que van a tener lugar es un doble lujo. Por un lado ubicar en su contexto una fiesta como esta del nuevo aceite que se produce en nuestro entorno; por otro poder disfrutar de un espacio emblemático como son los edificios en los que tiene lugar. Gracias al tesón y empeño de la firma Hecoliva y sus componentes por haberlo conseguido.
Como dijo Lourdes Pérez en una conferencia que tuvo lugar en el décimo aniversario del Museo del Aceite: "no permitamos que la falta de sensibilidad impida que se intervenga para evitar el deterioro y la ruina. Alcemos la voz para llamar la atención: este patrimonio puede constituir un recurso social y económico para Cabra y, como tal, siempre que sea posible, debe ser protegido, conservado y reutilizado. Este museo es un buen ejemplo. No olviden que aunar voluntades, públicas y privadas, siempre facilitarán la obtención de resultados admirables para nuestro futuro por mediación del pasado".