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El día del Egabrense...¿hambriento?
09.09.2008 - Escrito por: Felipe Osuna Manjón-Cabeza
Resulta muy triste observar que en un acto de homenaje a todos los egabrenses que se encuentran distantes de esta tierra, que la llevan en el corazón pese a la distancia, acudan otros egabrenses -que lo más lejos que se han desplazado a lo largo del año sea para ir de compras al Carrefour e incluso, a Fuengirola o Torremolinos, este verano- para dar la nota por encima de todo.
Tras el sencillo acto celebrado en el teatro El Jardinito, ausentes y presentes se desplazaron hasta el ágape que tuvo lugar en el Museo del Aceite. Hasta aquí todo normal si no fuera por el espectáculo vergonzoso de aquellos que parecía que no habían probado bocado durante semanas. Arrasaron con todo en cuestión de... ¿minutos?, mejor segundos... pues ni tan siquiera la mesa presidencial, reservada para la Corporación Municipal, Reina y Damas, se libró de la avalancha de tanto tragaldabas suelto. Resulta patético presenciar la discusión entre una mujer y un camarero por un cuenco de salmorejo que, a punto estuvo de acabar con la bandeja del profesional de la hostelería en el suelo. También son tristes las exigencias de un señor por una botella de vino. Tráigamela usted buen hombre que, al fin y al cabo, aquí paga el Ayuntamiento.
Con actitudes de este tipo se refleja una percepción errónea, por culpa de algunos tipos y tipas, de la hospitalidad egabrense. En un acto de convivencia con nuestros paisanos en otras tierras, en vez de facilitarles una buena estancia, les provocamos situaciones incómodas. De vergüenza.
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