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PECADOS IBÉRICOS: LA FALACIA DEL MERCADO LIBRE
UNA SECCIÓN DE JOSÉ M. VALLE PORRAS - Escrito por:
El mercado libre. ¿Mercado libre? Sí, mercado libre. Ah, bueno, encantado. Es un placer… Y ahora en serio: ¿qué es esa cosa llamada mercado libre que tanta importancia debe tener porque nadie en su sano juicio la cuestiona (ya se sabe que esto de pensar, argumentar y litigar con las neuronas nunca ha sido cosa muy sana para el equilibrio mental)? Bueno, yo adelantaré una respuesta, acaso demasiado endeble porque la empresa de opositar no deja demasiados efectivos libres en mi cerebro.
Ahí va: el mercado libre es un mercadillo sin policía, pero a lo grande. ¿Y por qué no hay policía? Porque no hay normas que cumplir. Pero miento; sí que hay una: la oferta y la demanda. Todos los precios los fija la relación entre lo que está a la venta y lo que la gente está dispuesta a comprar. Si la cosecha de cerezas ha sido extraordinaria, su precio bajará. Si la de aceitunas ha sido pobre, subirá el precio del aceite. Hasta ahí todo bien, magnífico. Sencillo y bien engrasado. Casi una panacea. No es de extrañar que los gobiernos que se dicen herederos de lo que antes fuera la derecha y la izquierda, y que ahora no creen en (casi) nada, defiendan sin embargo con ímpetu la bandera del mercado libre. Un poquito contradictorio, ¿verdad? Pero ya se sabe: todo es posible en la postmodernidad.
En la reciente huelga de camioneros, el gobierno de Zapatero afirmó vehemente que hay un límite para las negociaciones: lo que suponga mancillar la libertad de mercado. Así que nada de pedir tasas mínimas por la realización de su trabajo. Que los beneficios de los camioneros, como los de cualquier empresa, los fije el mercado libre. No pienso entrar hoy a plantear soluciones para este magno problema, que es parte de otro mayor. Lo que quiero es mostrar la hipocresía y falsedad de esta supuesta deidad del pensamiento débil: el mercado libre. ¿O es que ha sido libre el mercado agrario de la Unión Europea durante las últimas décadas? ¿No ha sido la Política Agraria Comunitaria (PAC) una bomba de hidrógeno en la línea de flotación del mercado libre? Que les vayan con ese cuento a los agricultores iberoamericanos o africanos.
Pero el problema no es sólo de unos anónimos arroceros malineses. Cuando unos políticos que se venden de izquierdas les dicen a los camioneros que la solución a sus problemas no puede venir de la vulneración del mercado libre, olvidan que la subida de precios que afecta a camioneros y a no camioneros es un problema que en buena medida procede precisamente de la falta de un mercado realmente libre. Quizás tendría que imitar al profesor Gabriel Pérez Alcalá y enviarle un libro a los señores Solbes y Zapatero. Les enviaría “La cultura norteamericana contemporánea” de Marvin Harris, para que se diesen cuenta de que el mercado de pimientos o de papel no solamente pierden la libertad cuando hay un monopolio (sea estatal o privado), sino también con el oligopolio; que cuando cuatro grandes empresas dominan un sector, los precios pueden estar tan controlados como cuando hay una sola empresa; y que si alguna pequeña quiere competir con las grandes, éstas se la comen.
¿Mercado libre? Bueno, espere, identifíquese. A ver, su carnet de identidad. No queremos intrusos. Si Mercado Libre quiere jugar, que juegue limpio.
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