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Desacelerar sin freno
19.06.2008 - Escrito por: Felipe Osuna Manjón-Cabeza
Recuerdo ese mes de junio de hace ahora 14 años, finalizaba un curso escolar en el que mi vida daría un giro brusco. Había consumado los estudios de la EGB y estaba a punto de matricularme en el Instituto -entonces de bachillerato- Aguilar y Eslava. Mi padre, orgulloso de que hubiera preferido seguir estudiando, decidió regalarme una bicicleta de montaña en color verde, ya que la que hasta entonces utilizaba (y todavía conservo) no daba más de sí. Tenía un solo piñón y una corona además, la tija que soportaba el sillín se había torcido de tanto elevarla cada vez que crecía unos centímetros. Fueron unos años felices donde la inocencia de un niño que acababa de dejar la escuela no estaba al tanto de la crisis que venía arrastrando el país desde 1993. Aún así observaba extrañado las dificultades que atravesaban las familias de algunos de mis compañeros para comprar ropa y conseguir libros de texto, de segunda mano, para que pudieran estudiar sus hijos. En mis recuerdos todavía guardo aquellos comentarios que recriminaban al último gobierno de Felipe González ”así no se puede vivir”.
Eran tiempos en los que Luis Roldán emprendíó la fuga y nuestro ídolo vestía de amarillo durante el mes de julio. En esos días calurosos y de fuerte sequía, los españoles nos quedábamos embobados frente al televisor observando, con satisfacción, como aquel Navarro de gran estatura y poca expresión subía las cuestas más escarpadas de las cordilleras alpina y pirenáica. El Tourmalet era símbolo de espectáculo y en casa, mi padre y yo no consentíamos que se cambiara de cadena mientras mis hermanas, mi madre y mi abuela se aburrían con el deambular del pelotón. Alguna vez hacían el amago de darle al botoncito, lo que suponía una bronca justificable al coincidir con el inicio de algún ataque, en los momentos clave de la etapa.
El ídolo de los españoles en la primera mitad de los 90 era imitado por todos aquellos jovenzuelos que se subían a una bicicleta, sin apenas levantarse del sillín… En aquel verano de 1.994 solía coger la nueva bicicleta todos los días, aunque terminada reventado por su peso. Pronto empecé a aliviarla, quitándole las luces, cambiando las llantas y aplicando alguna reforma más hasta adecuarla a mi gusto. Llegó un nuevo curso con novatadas para los noveles, conocí a nuevas personas y empecé a comprender desde el instituto que el que quiera conseguir algo debe proponérselo amén de trabajarlo con esfuerzo y constancia (al igual que hacía Induráin). Durante el curso la economía seguía arrastrando problemas, el interés de las hipotecas era excesivamente elevado, lo que ocasionaba incontables quebraderos de cabeza tanto a mi familia como a la de mis compañeros. Algunos tuvieron que dejar las clases y ponerse a trabajar ya que era necesario arrimar otro sueldo, por pequeño que fuera, a casa.
En estos días en los que posiblemente vuelva a coger la bici en vista del precio del gasoil, me repatea escuchar y observar a un gobierno impasivo, más preocupado en evitar utilizar la palabra “crisis” que en buscar medidas para paliar una situación que tienen la caradura de nombrar como “desaceleración”. Este periodo de dificultad que estamos atravesando todavía dista del que aconteció en los noventa, aunque creo que no será por mucho tiempo y es que la crisis, perdón ¡desaceleración! propiamente dicha no ha hecho más que empezar. Por lo pronto y ante el precio que están alcanzando los carburantes ya mismo habrá que pensarse utilizar otros medios alternativos no solo por el coste de llenar el depósito sino por la manutención. Neumáticos, baterías, aceites… todo ha subido y encima los fabricantes de repuestos auguran mayores incrementos si no baja el precio del barril de crudo.
Y si la situación está complicada, que no se alarme el personal que todavía queda por darnos la puntilla el Ayuntamiento de Cabra, gracias al subidón aplicado a los impuestos municipales ¡casi nada! Las últimas noticias publicadas en La Opinión hablan por sí solas y encima afectan a los que más le cuesta llegar a fin de mes, como es el caso de las personas que han recibido ayudas desde el Programa de Rehabilitación de Viviendas. Lo que le conceden por un sitio se lo quitan en otro ¡menudo pueblo!
Yo por mi parte voy a buscar en internet precios de otros vehículos a pedal, que no paguen impuesto de tracción mecánica, ni seguro…, que sean ecológicos al cien por cien y que dispongan de un sitio apropiado y visible para poner una pegatina grande en la que diga: GRACIAS A ZAPATERO DESACELERAMOS SIN FRENO.
18-6-2008
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