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José Peña González nos ofrece una nueva aportación sobre publicaciones en torno a nuestro ilustre Valera.
CORONA POETICA PARA DON JUAN - Escrito por:
Es fácil imaginarse la sonrisa cómplice del novelista egabrense cuando desde el más allá tenga conocimiento de la publicación de un ramillete de versos con el que CajaSur a través de “Los Cuadernos de Sandua” le felicitan y reconocen en el primer centenario de su muerte.
CORONA POETICA PARA DON JUAN
Es fácil imaginarse la sonrisa cómplice del novelista egabrense cuando desde el más allá tenga conocimiento de la publicación de un ramillete de versos con el que CajaSur a través de “Los Cuadernos de Sandua” le felicitan y reconocen en el primer centenario de su muerte. Es cierto que hubiera preferido estos homenajes en vivo porque siempre mantuvo que su autentica ambición era pasar a la historia como un consumado poeta. Llama la atención que quien fue académico, escritor celebrado, diplomático, diputado y senador, subsecretario, critico y “algo filosofo”, como recuerda en 1863 en carta a Laverde, siguiera soñando con incluir su nombre en el parnaso lírico. Tenía a la poesía por la más sublime de las artes como recuerda a Menéndez Pelayo desde Lisboa el año 1882, y a Doña Ida de Bauer en la dedicatoria de “EL Comendador Mendoza” le confiesa que tras haber sido muchas cosas, lo primero de todo fue poeta. Es claro que se refería a la temprana publicación por la imprenta Benavides de Granada de un tomito de v
ersos el año 1844, obsequio paterno por su recién terminada licenciatura en Leyes en la ciudad del Darro. El libro del que solo se vendieron dos ejemplares, fue retirado por el joven Valera y durmió el sueño eterno en el desván de la casa solariega de los Paniega en Doña Mencia de donde desaparecieron todos los ejemplares, hasta el punto que no pudo regalar, años mas tarde, a su amigo D. Marcelino un solo volumen que ponía de relieve su precocidad para la lírica. Para el polígrafo cantabro, el egabrense era “el mas clásico, o mas bien, el único verdaderamente clásico de nuestros poetas”. Lo que no era decir poco en esta materia. Pero la generosa opinión que podría achacarse a la amistad que se profesaban, se vio refrendada por Clarín, el mas exigente critico de su época, quien desde las paginas de La Opinión, periódico madrileño en el que hacia sus temidas criticas, hace un encendido elogio de las poesías valerianas el año 1886, lo que llena de orgullo a Valera que en este momento dirige la embajada de Esp
aña en Bruselas.
El homenaje lírico del centenario se abre con un extracto a modo de prologo de “El Valle de Josafat” de Eugenio D´Ors, cuya inclusión no le veo justificación para abrir una esplendida antología poética llevada a cabo por Carlos Beck. Se abre con un soneto de Mario López dedicado a Pepita Jiménez. Catorce esplendidos versos a la heroína valeriana, en idéntica línea a los versos de Mariano Roldan y los cinco sonetos de Jacobo Meléndez. Del que fuera muchos años director de la colección Adonais, Luis Jiménez, autor de una biografía de D. Juan titula “Un liberal entre dos fuegos” y Premio Valera del año 1975, se incluye una composición que nos sitúa a D. Juan en su tertulia sabatina de la Cuesta de Santo Domingo con el “neverio de los años el cabello /y lenguaje de chispas andaluzas”. Antonio Carvajal retrata a D. Luis de Vargas “con el retorcimiento viril de un olivo”; y el brillante colofón de los versos de Carlos Clementson que hace un recorrido lírico por la dilatada peripecia vital de Valera apoyándose en
Morsamor. Personalmente creo que son los mejores versos de una antología que supone un gran acierto desde el titulo: “Ciudadano del Mundo”, a la dedicatoria: “De Córdoba para Don Juan Valera (1905-2005)”. Antonio Bujalance, el pintor menciano, pone su lápiz para ilustrar con un retrato de D. Juan esta breve y bella publicación.
José Peña González
Para La Opinión. Diciembre 2006.
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